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Opinión

Todo empezó con la renovación de Ter Stegen

Ter Stegen volverá a visitar el quirófano para resolver sus problemas de espalda

Ter Stegen volverá a visitar el quirófano para resolver sus problemas de espalda / EFE| Alejandro Garcia / EFE| Alejandro Garcia / EFE| Alejandro Garcia / EFE

No hace falta ser un semiólogo para entender la intencionalidad perversa del mensaje de Ter Stegen: escrito en catalán, para subrayar complicidad con la afición y la idiosincrasia del club, una pátina calculadamente amable para compensar la bomba radioactiva que contenía. En realidad la única finalidad del tuit eran las palabras "tres meses", disimuladas bajo un manto de amabilidad, buen rollo y ADN culé.

Tres meses: la cifra exacta para impedir la inscripción de Joan Garcia. El que lo asesoró para que perpetrar el mensaje se debe creer muy listo, pero lo cierto es que se le ha visto tanto el plumero que se ha ganado una animadversión que no tenía en la afición del Barça, que entiende que Ter Stegen ha sido gratuitamente insolidario y cruel con un compañero. ¿Se imaginan qué tensión puede haber entre los dos porteros cuando tengan que compartir vestuario? Grave error de Ter Stegen, que pierde la razón que en realidad se había ganado. Porque en esta diabólica historia el portero tiene su parte de responsabilidad, pero el club, hasta hoy, tenía también la suya.

El Barça anunció la renovación del meta alemán hace solo dos veranos, una discutible prórroga de cinco años para un futbolista que en el momento de la firma tenía ya 31 años. ¿Era prudente alargarle el contrato hasta los 36 años? Visto en la comodidad del presente, fue una imprudencia, si bien es igual de cierto que en el momento nadie discutió la idoneidad de la renovación.

Esta vez, el contrato de Ter Stegen no es una herencia de Bartomeu sino del propio Laporta, que hizo con el portero lo mismo que su antecesor había hecho en su día con Jordi Alba o Busquets: regalarle un contrato largo en el ocaso de su carrera. Es, pues, muy lógico que el guardameta haya decidido agarrarse legítimamente a lo que esta junta directiva le firmó, como es muy lógico que el club se disguste con él por un mensaje que lo que único que pretende es boicotear la inscripción de un compañero y dificultar la planificación de toda la plantilla.

La solución a este fenomenal embrollo tampoco puede ser enviarle a Ter Stegen los habituales dóberman digitales para desacreditarle en las redes y hacerlo pasar por un villano. El portero se ha equivocado con su actitud, pero quien tiene que arreglar el problema es el club, que es quien lo renovó y le dio todas las cartas de esta diabólica baraja. A nadie le conviene una guerra abierta. Lo mejor es una negociación ordenada que deshaga los errores que han cometido las dos partes.