Elegir entre el escudo y los billetes

Los futbolistas del Barça, celebrando un gol

Los futbolistas del Barça, celebrando un gol / JAVI FERRÁNDIZ

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El fútbol sin ruido en los estadios es un deporte distinto porque un espectáculo sin espectadores pierde sentido. La rueda sigue girando gracias a la televisión, el alimento que permite a los clubs sobrevivir a la crisis provocada por una pandemia que ha golpeado duro, sobre todo, a los grandes. Barça y el Real Madrid, pese a ser los clubs que más cobran por las retransmisiones de LaLiga, se levantaron un día viendo cómo sus ingresos millonarios los días de partido habían desaparecido. Ni entradas, ni restauración, ni palcos VIP ni camisetas. Un problema mayúsculo porque había que seguir pagando los contratos inflados de sus futbolistas, concebibles solo si el negocio funciona. Tocó echar mano de la tijera.

No es sencillo que quienes no han sufrido la precariedad laboral ni las consecuencias de las crisis económicas del capitalismo entiendan que la burbuja se ha pinchado, pero no había más remedio que aceptar la nueva realidad. El Barça optó por el pan para hoy y hambre para mañana aplazando el pago de los salarios para más adelante, una medida que solo sirve para maquillar los números a corto plazo, un parche con el que seguir usando unos pantalones de marca viejos y gastados. La masa salarial de la plantilla blaugrana era insostenible antes de la crisis, pero ahora es ya una losa que amenaza con acabar con el club. El próximo presidente solo tendrá dos opciones cuando pise el vestuario: hacer entender a los futbolistas que diferir las nóminas no basta, que la única solución es bajar de forma drástica sus fichas, o, si no lo logra, repartir cartas de libertad. Será entonces cuando los jugadores se vean obligados a elegir entre su compromiso con el escudo o su amor a los billetes.