El negocio del fútbol no está por encima de la salud

El Schalke vuelve a entrenarse con rígidas medidas de seguridad

El Schalke vuelve a entrenarse con rígidas medidas de seguridad

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Bélgica y Holanda, países civilizados donde los haya, parece que han tomado la determinación de no jugar más esta temporada. La Jupiter League belga y la Eredivisie holandesa no quieren correr el más mínimo riesgo. La pandemia que está asolando el mundo no aconseja, ni mucho menos, que vuelvan los partidos de fútbol. Ni siquiera a puerta cerrada. Cuando nos están confinando a todos en nuestras casas, ¿qué sentido tiene poner en riesgo de contagio a los jugadores, técnicos, preparadores físicos, masajistas, árbitros...? Es la decisión más lógica y la que se ciñe más explícitamente a las directrices de las autoridades sanitarias: mantener la distancia social (al menos un metro y medio) para evitar que el coronavirus siga propagándose. Las medidas de reclusión están funcionando (aunque sea mucho más lentamente de lo que a todos nos gustaría) y el primer país que sufrió la tragedia del COVID-19, China, está empezando a salir poco a poco de la crisis gracias, precisamente, a la rigurosidad de estas medidas de aislamiento de la población ordenadas por el gobierno del gigante asiático.

Pero las intenciones de Bélgica y Holanda (que darían por campeones a los actuales líderes, el Brujas y el Ajax, respectivamente) parece que no han gustado nada a la UEFA, que ya ha amenazado con sancionar a los equipos de aquellas Ligas que no terminen las competiciones. Sanciones que incluirían su expulsión de la Champions y la Europa League. La UEFA, que dio un pésimo ejemplo cuando se negó a suspender los partidos en el momento en que la pandemia empezaba a extenderse por Europa, vuelve a quedar retratada ante esta miserable coacción. ¿Se atrevería a amenazar también a Ligas grandes como la Premier, el Calcio, la Bundesliga o la Liga española? Con esta actitud, da la sensación de que a la UEFA lo único que le interesa es acabar los torneos (nacionales e internacionales) como sea, aunque eso pueda suponer un riesgo para la salud de todos los implicados. Es verdad que hay mucho, muchísimo, dinero en juego. Pero no vale todo por la ‘pasta’. Después del ridículo (y el daño) que hizo retrasando la suspensión de las competiciones, ahora debería ser mucho más prudente.