El egoísmo de muchos futbolistas

Josep Maria Bartomeu

Esta imagen de Josep Maria Bartomeu dirigiéndose a la plantilla del primer equipo profesional del Barça podría volver a verse en cuanto acabe el confinamiento / FCB

Lluís Mascaró

Los futbolistas viven, desde hace ya demasiado tiempo, en su particular burbuja. Una burbuja formada por mansiones de lujo, coches de lujo, relojes de lujo, vacaciones de lujo... gracias a los sueldos de lujo que les pagan sus clubs. Lejos, muy lejos, queda aquella época en que los jugadores de élite ‘parecían’ seres humanos. Con sus grandezas y sus miserias. Eran cercanos. Podías hablar con ellos. Incluso eran accesibles para los aficionados.

Ahora resulta imposible tener una conversación con un crack si no es a través de una entrevista pactada con su representante, su abogado, su asesor fiscal, su community manager y su asesor personal. Los futbolistas se han alejado de la realidad. Posiblemente, por culpa de todos. Y son muy pocos los que todavía mantienen trato con los ‘mortales’.

Los problemas de la sociedad no van con ellos. Hasta que una pandemia los pone a la altura de todos los seres humanos. El coronavirus no conoce clases sociales, razas o religiones No distingue entre pobres y millonarios. Aunque estos últimos, evidentemente, tienen muchas más facilidades para protegerse y para confinarse en sus palacios...

Por eso resulta aún más sorprendente que, después de comprobar que hay futbolistas de élite infectados por el COVID-19, todavía muchos cracks se muestren insolidaros ante la crisis que ha provocado esta pandemia. Se resisten a bajarse sus astronómicos sueldos temporalmente mientras ven cómo millones de ciudadanos están siendo afectados por ERTES debido a la paralización total de la economía. Siguen creyéndose intocables. Y, salvo honradas excepciones, lo único que tienen de humanos es su egoísmo.