Eder Sarabia, bienvenido al Barça

Eder Sarabia, dando instrucciones junto a Setién en el Bernabéu

Eder Sarabia, dando instrucciones junto a Setién en el Bernabéu / VALENTÍ ENRICH

Alex Corretja

Alex Corretja

Hay veces en las que aterrizar con buen pie en el Barça no suele ser nada fácil. Y menos cuando formas parte del banquillo del primer equipo. Los focos mediáticos apuntan hacia ti casi desde el primer instante. Con 45 años he tenido la suerte de haber sido deportista y también entrenador y he estado en situaciones parecidas a la de Eder Sarabia.

Como jugador, por encima de todo, quería un entrenador con pasión, personalidad, carácter y, en especial, implicado cuando jugaba. Es cierto que la relación entrenador-jugador en el tenis es mucho más directa porque casi en cada punto miras a tu entrenador. En el fútbol no suele ser así. También es verdad que pienso que si Braithwaite hubiese metido el gol cuando entró en la segunda parte, todas estas imágenes que salieron tras el clásico no hubieran salido a la luz. Solo se emitieron porque el equipo perdió. Cosas propias de estar en una casa de la envergadura del Barça.

Una vez, cuando entrenaba a Andy Murray me comentó que no hay nada que le moleste más que ver a su entrenador gesticulando cuando fallaba un punto. “Sé que lo hago mal. Solo me falta mirarte y verte haciendo gestos”, dijo. Y no le faltaba razón. Como jugador intentas hacerlo lo mejor posible y lo que quieres es que tu entrenador sienta que así es. A ti como responsable de él te gusta mandar mensajes porque quieres que tu jugador dé lo mejor de sí mismo. ¿Qué quiero decir con esto?

Que puedo entender la posición de Sarabia, pero que estoy convencido que todo esto le habrá enseñado a saber controlar mejor sus emociones y también según qué reacciones. El propio Setién le pidió públicamente un poco más de autocontrol, pero prefiero un técnico así y no pasivo, que no transmita nada o que no se entusiasme con sus jugadores. Me gusta que mantenga su naturalidad ya que es una de las grandes características que todo buen entrenador debe tener. Decir lo que siente, pero las formas también son esenciales.

Como segundo entrenador del Barça debe saber que está en el punto de mira. Lo que dices y cómo lo dices puede tener una repercusión u otra. Estaba en su primer clásico y lo único que ha obviado es que no estaba en el sofá de su casa y que, seguramente, habría cien cámaras observándolo. Eso sí. Los jugadores deben depositar toda su confianza en él. También les comprendo si se han sentido ofendidos, pero lo importante es que se entiendan. Ninguno de ellos ha sido entrenador, pero estoy seguro que cuando se han perdido un partido por lesión y lo han seguido desde su casa han gesticulado y protestado igual que él. La diferencia es que ahí no te pueden grabar y en el campo sí.

La comunicación es básica y, desde mi punto de vista, lo primero que deberían hacer los líderes del equipo es convocar a la plantilla para valorar qué se está haciendo bien y qué no y después poderlo trasladar a sus técnicos y así entenderse mejor. Estamos en marzo y todavía tienen opciones de ganar un par de títulos. Por eso lo principal es que exista una confianza total entre cuerpo técnico y jugadores. Si el problema más grande fueron los gestos de Eder entonces sí que tendrán un problema. Y mucho más gordo.