Dudas en un momento clave

Messi se lamenta durante el partido

Messi se lamenta durante el partido / EFE

Gerard López

Gerard López

El reinicio de la competición tras el COVID ha sido desalentador para el Barça, que ha ido de  menos a más. Empezó bien en Mallorca, tuvo un partido cómodo contra el Leganés pero ya dejó una sensación futbolística dudosa, y se fue a Sevilla en la salida más complicada que le queda y no resolvió como debía. Ahora, cada partido es una final, pero el Barcelona no estuvo a la altura en el Sánchez Pizjuan. Empató,  pudo haber ganado o incluso perdido. El resultado fue justo, pero lo peor es que el equipo no dio la sensación de jugarse la vida.

Incluso desde el mismo momento de la alineación: Ansu, el mejor contra el Leganés,  no apareció en Sevilla; el técnico puso  a Braithwaite por delante del fichaje estrella del pasado verano como es Griezmann. El francés no ha sido decisivo, no ha vivido una temporada sensacional pero en un partido importante tienes que poner a tu equipo de gala en el once titular. 

En un momento clave de la temporada, ni el francés ni De Jong (la otra gran inversión del pasado verano) no estaban. Aparecieron, eso sí, dos elementos que durante estos tres meses de confinamiento  han estado en todas las apuestas para salir como es el caso de Rakitic y Vidal. Y salieron como timón del equipo.

Era el momento de dar un golpe encima de la mesa. Y no pasó. El Barça no jugó una final en Sevilla. A nivel futbolístico, el talento de Messi determina al equipo pero cuando esto no pasa, cuando Leo no marca o no crea la ocasión o no desborda, no aparece un plan B. Es un problema que viene de lejos. Solo Suárez tuvo una ocasión para marcar. El resto nada. Y es algo que ya pasaba antes del parón. Messi y poco más.

El equipo empezó controlando el partido pero a la media hora el Sevilla se hizo con el control de la situación. Podía haber pasado de todo y, al final, no pasó nada.

Quedan ocho partidos, ocho finales. Ya hablaremos de la Champions pero la línea entre una temporada maravillosa y una que es un desastre es muy fina. Hay que poner los cinco sentidos en lo que haces para que te salga bien, pero este equipo va asumiendo los mismos errores que tenía cuando Valverde estaba al mando. Hay que cuidar todos los detalles. Todos. Y luchar con un único objetivo.

EL RIVAL, AYUDADO

Una cosa es que el Barcelona no esté bien, que no haya alcanzado un gran momento de forma tras el confinamiento y otra es pasar por alto las ayudas que está recibiendo el Madrid. Cuando ha tenido que intervenir el VAR, uno tiene la sensación de que todas las decisiones han sido a su favor. 

El primer gol contra el Eibar  era fuera de juego, en el gol anulado al Valencia estuvieron cinco minutos hasta encontrar un posible fuera de juego y las tres de Donosti: El penal, el gol de Benzema y el gol anulado de la Real Sociedad, que ni se revisó en el VAR. Ante la falta de liderazgo comunicativo en el club, Piqué se mojó y dejó ir el sentir de dentro. Nadie te regalará nada y si  pueden te lo van a quitar. Son decisiones que dan qué pensar. 

Como no te van a regalar nada, hay que poner los cinco sentidos para ganar, no puedes dejar escapar ni un punto  de los 24 que quedan. El Madrid no fallará y cuando no estén tan bien, les echarán un golpe de mano. Así que el Barcelona ya sabe con qué tipo de enemigo le va a tocar luchar de aquí hasta la conclusión de la Liga. Y la única solución que tiene es la de plantarle cara  a una situación adversa. Ser fuertes, no olvidarse de los detalles, y ganar las ocho finales que tiene ante sí. Solo así podrá acabar celebrando una temporada maravillosa.