El drama de Messi, nº 1 en el Barça, nº 10 con Argentina

Leo Messi acabó hundido tras la goleada encajada ante Croacia

Leo Messi acabó hundido tras la goleada encajada ante Croacia / sport

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Argentina no está muerta, pero huele a cadáver. Arrastra el prestigio de mala manera con un fútbol de otra época y  un seleccionador que corre la banda buscando auxilio. En medio de tanta decepción, Messi se pierde por culpa de un equipo que no da la talla.  Todavía les queda la esperanza de que ganando a Nigeria se reenganchen al Mundial, pero lo cierto es que el juego desarrollado hasta ahora no hace concebir muchas esperanzas. Si no aparece San Messi están condenados a irse de Rusia como unos fracasados. Mientras tanto, todos aquellos que analizan el fútbol por encima de la pasión, con visión estratégica, han podido confirmar una evidencia que hace tiempo descubrimos. Hay dos Messis, el que juega en el Camp Nou y el que viste de albiceleste. O lo que es lo mismo, Leo es el Nº 1 del mundo cuando juega con el Barça pero se convierte en el Nº 10 del mundo cuando defiende la camiseta de Argentina. La culpa no es suya, es del entorno. Por mucho que Sampaoli se esfuerce haciendo un equipo a su medida, no lo consigue, le acompaña una banda que no está a su altura. 

El Mundial está resultando un calvario para Messi. No levanta cabeza, no habla con nadie, no entiende como todo puede salir tan mal. Está hundido, desconcertado, triste. Con ganas de desaparecer, de borrarse del mapa. Y lo que es peor, sabe que va a ser la gran víctima del sueño frustrado si caen eliminados en la primera fase, el blanco de las críticas mas feroces. Ahora mismo, el fútbol argentino es una tragedia donde la pasión y el orgullo han sufrido un golpe bajo, han caído de un quinto piso sin red. El batacazo es tremendo. Un solo punto frente a Islandia y Croacia. A los 30 años Leo vive el momento más duro de su carrera, la eliminación de Argentina puede significar su fin con la albiceleste y el adiós a un campeonato que no estará en su palmarés. Vino a Rusia con muchas ilusiones y ha recibido de momento la patada más dura que nunca le había dado el fútbol.

De todo este culebrón que levanta pasiones en Argentina y que mantiene en vilo a los aficionados barcelonistas, se pueden sacar tres conclusiones:

1.- Argentina, ni con Messi, da la talla. Es el fin de una generación.

2.- Messi es un gran jugador del equipo pero es incapaz de resolver él solo todos los partidos.

3.- Jugar en el Barça al lado de grandes jugadores ha sido lo mejor que le podía pasar a Messi.

El esfuerzo, coraje y entusiasmo de Messi hizo posible que Argentina cogiera en la última estación el tren de Rusia después de jugar una fase de clasificación penosa y decepcionante. Pero esta selección no da para más, por mucho que Sampaoli lo intente. Tener al mejor jugador del mundo no sirve de nada si luego resulta que el portero Caballero o Mascherano tocan más balones que el crack del equipo. Un solo jugador no puede salvar un equipo que juega con una indefinición táctica constante, cambiando en cada partido la alineación y el esquema de juego. Así se explica que el magnífico Messi del Barça se transforme en un discreto Messi con Argentina.