La doctrina de Cruyff y el espíritu de Juanito

Johan Cruyff fue el primer jugador de los Países Bajos en jugar de forma oficial con el FC Barcelona

Johan Cruyff fue el primer jugador de los Países Bajos en jugar de forma oficial con el FC Barcelona / EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Al final, cada equipo tiene lo que tiene y la manera de entender el fútbol y de jugarlo que tiene. Es algo que parece estar en el espíritu del club, algo que supera generaciones y épocas. Algo que no tiene demasiada explicación futbolística, pero que sucede. Por eso, porque es difícil de entender, remitimos la explicación al espíritu fundacional del club, a sus orígenes. Lo llamamos ADN, que viene a ser algo así como el código del gen. Pues bien, el ADN del Barça no tiene ninguna duda. Le gusta controlar el balón y crecer a partir del toque, el pase, la búsqueda de espacios y el talento técnico de sus jugadores. Es como mejor se encuentra y mejor la ha ido en la historia. Claro que lo que determina el estilo de juego es el propio estilo de los jugadores y que no siempre se puede juntar una mayoría de futbolistas que posean las condiciones adecuadas.

El equipo que juntó Guardiola probablemente sea el que más ha representado la pureza y la excelencia de este ADN. Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta, Messi e incluso Pedro, más el carácter de Puyol y Alves y las condiciones de un portero como Valdés, que también el portero juega en este estilo. El ADN, por cierto, más puro posible, el creado en casa, desde el principio de la formación de los jugadores, la razón de ser de la cantera. De todos modos, con el paso del tiempo los futbolistas cambian y los estilos se resienten, escenario en el que se encuentra ahora el Barça. Por eso el esfuerzo de los responsables dirigentes y técnicos va en el sentido de renovar el equipo manteniendo el estilo y de ahí los fichajes de Arthur y De Jong, y de Coutinho antes, aunque no ha salido bien, a la espera de que cuaje Aleñá y la cantera vuelva a dar buenos frutos. 

El Barça, pues, no quiere perder su esencia y actúa para preservar su ADN. En el Madrid, el ADN futbolístico es completamente distinto. Allí prima la épica, el empuje. Buen fútbol, también, por supuesto, porque allí históricamente ha habido grandes futbolistas, pero otro tipo de fútbol. No en vano, en Madrid cuando buscan en su interior, en su alma, apelan al estilo de Juanito, un jugador que sobresalió por su carácter, por su fuerte personalidad que contagiaba ambición y coraje. Un futbolista de muy buen regate y muchísima garra. Bueno, pues allí los ídolos tienen más ese perfil de líder individualista que de aglutinador del juego colectivo.

Cristiano se enmarca en este concepto. Sergio Ramos es un caso clarísimo. Vinicius apunta en este sentido. Pues bien, el Madrid ha tenido este año dos fases que definen lo que es su ADN. Lopetegui intentó un cambio a partir de dar el timón del juego a Isco, creer en Ceballos y Asensio, como fórmula para juntarse alrededor del juego colectivo para paliar la marcha del individualista, aunque efectivo, más grande del fútbol actual, Cristiano Ronaldo. Lopetegui y su idea duraron dos meses y su sustituto, un entrenador de perfil bajo, ha anestesiado al madridismo haciendo volver al equipo a los orígenes del club. A su ADN, vamos. Lo primero que hizo fue hablar de cojones y así, Isco ha desaparecido, Asensio y Ceballos apenas cuentan, Bale es suplente y Lucas Vázquez, titular. Y ha aparecido un chaval como Vinicius, al que la afición se ha abrazado precisamente porque ofrece esos fogonazos que tanto le gustan. En el Bernabéu aprecian la testiculina, no hay más que ver cómo la afición aclama a Sergio Ramos desde la grada por el supuesto tamaño de sus huevos. Pero solo con eso no basta, se puede producir una reacción, pero si falta fútbol, un día u otro aparecen las fisuras. Ya sufrieron contra el Ajax antes de que el Girona les pintara la cara y se despidieran de la Liga. Les quedan la Copa y la Champions, competiciones del KO que se adaptan a su ADN, a la épica, a la heroica, al golpe de riñón. 

Ahí, donde muchas veces todo se decide por un detalle que a menudo puede conseguirse a toque de corneta y a la desesperada, su ADN es su mejor aliado. Y es que la realidad se empeña en sacar lo esencial de los equipos. En el Barça, la doctrina de Cruyf; en el Madrid, el espíritu de Juanito. Estilos antagónicos, como los clubs, pero los dos valen. Luego, que los aficionados se queden con el que más les guste, aunque en el caso del Barça y del Madrid es innegable que el ADN de sus aficiones es también el de sus clubs.