Djokovic, el ídolo incomprendido

Djokovic final australia

Djokovic en la final del Open de Australia

Alex Corretja

Alex Corretja

El serbio Novak Djokovic, actual número uno del ranking mundial masculino de tenis, es un fuera de serie, una leyenda en el deporte de la raqueta y del deporte en general. Sus récords son incontestables, atesora ya dieciocho Grand Slams, cinco copas de Maestro, treinta y seis Masters 1000, que suman la friolera de ochenta y dos títulos en total, por citar algunos de sus logros más destacados. Y por si todo esto fuera poco, en unos días se va a convertir en el jugador con más semanas al frente de la ATP superando las trescientas nueve del suizo Roger Federer. Además, tiene una fundación que lleva su nombre donde aúna una gran cantidad de proyectos humanitarios y sociales en busca de mejorar la vida de los más jóvenes, especialmente en Serbia.

Ha sido durante bastante tiempo el presidente del consejo de jugadores del circuito de la ATP, se implica constantemente en acciones para intentar defender los derechos de los tenistas, incluso organizó una exhibición de carácter benéfico el año pasado, para intentar ayudar a los más perjudicados por la pandemia en su país de origen, Serbia (aunque al final no saliera todo lo bien que quisiera ya que varios tenistas dieron positivo, incluido el propio Djokovic, y se vio seriamente criticado por la poca precaución adoptada, aún siendo recomendada y avalada, por las autoridades de su Gobierno).

Es decir, que con los números en la mano y viendo todo lo que aporta socialmente, debería ser un auténtico ídolo de masas, y lo es, pero seguramente menos de lo que merece o, por lo menos, esa es mi opinión y mi percepción. Sus actitudes y múltiples reacciones en pista lo han convertido en blanco de mira de los ‘Nadalistas’ o ‘Federistas’, o simplemente aficionados al tenis. Es cierto que en muchas ocasiones son difíciles de justificar y entender sus lesiones cuando después se le ve competir al cien por cien como si no hubiera pasado nada, pero, en mi opinión, es tal su nivel de ansiedad y angustia, provocados por su perfeccionismo y ganas de convertirse en el mejor de la historia, que estoy convencido de que lo que Novak siente es el mayor de los dolores en esos momentos concretos, y hasta que no es capaz de relajarse y entrar en armonía otra vez con su propia mente (palabras que me encanta de mi buen amigo Pepe Imaz, y gurú mental del serbio) desespera a miles de seguidores que se sienten ‘timados’ por el crack de Belgrado. Y es una pena, porque parece como el cuento de Pedrito y el lobo, y al final, aun siendo verdad, a mucha gente le cuesta, cada vez más, creer sus dolencias físicas. Particularmente, aunque comprendo que genere debate, no acabo de entender cuál sería el motivo para fingir este tipo de molestias, más teniendo en cuenta que, en muchas ocasiones, son ante partidos aparentemente cómodos para el número uno mundial.

En cualquier caso, el carisma no se compra, o se tiene o no se tiene, es algo que va más allá de los resultados, y creo que Djokovic tiene mucho, pero en mi opinión, menos del que a veces le gustaría tener. Tengo absolutamente claro que Novak es único y compararlo con Rafa y Roger me parece una pérdida de tiempo. Los tres, con sus virtudes y sus defectos, son una bendición para los que amamos el deporte y la vida en general.

Djokovic se acerca a Federer y Nadal

El tenista serbio sumó el domingo pasado su noveno trofeo en el Open de Australia en la ciudad de Melbourne. Nueve títulos de nueve finales disputadas, una auténtica locura. El circuito masculino cada vez se está poniendo más interesante. Nadal y Federer tienen veinte Grand Slams cada uno y Djokovic ya suma dieciocho. El ‘big 3’ sigue dominando en los grandes eventos, en especial Rafa y Novak, que parecen empeñados en pasar al ‘rey’ Federer. Al suizo le están esperando los aficionados al mundo del tenis después de llevar un año fuera de las pistas, su magia se necesita más que nunca en una época negra en el mundo general.

La racha de victorias de Pep Guardiola

El entrenador catalán del Manchester City y su equipo acumulan ya diecinueve victorias consecutivas en diferentes competiciones. Una cifra que me parece casi surrealista con el nivel actual en el fútbol europeo. Aunque honestamente, viniendo de Pep, no me sorprende tanto, alguien que vive por y para su trabajo, que busca mejorar constantemente, y que atesora experiencia en las ligas más complicadas del deporte rey, es capaz de esto y mucho más. Todavía falta mucho, pero que se lleven la Champions este año no sería para mí ninguna sorpresa.