Opinión
El dilema de la apuesta africana

Ibrahim Diarra alterna minutos con el Barça Atlètic y el Juvenil / Valentí Enrich / SPO
La temporada del Barça Atlètic no ha cubierto las expectativas generadas. En solo unos meses se ha pasado de generar la ilusión por el ascenso a LaLiga Hypermotion a rezar por el milagro de la permanencia. Entre ambos proyectos, un abismo diferencial en todos los sentidos. Hoy quiero focalizar en un aspecto concreto que ha incidido en el pésimo rendimiento del equipo en la presente temporada y no debería repetirse de cara al futuro.
El área deportiva del Barça está convencida que la apuesta por el talento emergente del fútbol africano debe mantenerse contra viento y marea. Es razonable pensar que esta temporada no se repetirá la brillante gestión de un caso como Faye -firmado a precio razonable y traspasado en solo unos meses dejando algo más de 10 millones de beneficios netos-. La aportacion de jugadores como Oduro, Aziz o Diarra, entre otros, ha sido más que discreta.
Los futbolistas africanos incorporados no han dado el rendimiento esperado. No se discute, pero sí merece una pequeña reflexión. Y más si tenemos en cuenta que el club volverá a repetir apuestas por futbolistas de enorme proyección y precios asequibles.
Empecemos por una pequeña obviedad: en dinámica positiva de resultados es más fácil arriesgar con jugadores jóvenes que en cuestión de semanas o meses dan saltos de calidad abrumadores. Con el peso de las derrotas, el resultadismo se impone y, de manera habitual, las decisiones de riesgo desaparecen.
Y ese es el gran dilema que me gustaría plantear. No se trata de rendir tributo a Rafa Márquez y reprobar a Albert Sánchez. No va de planteamientos tácticos y sí de proyectos de club. El mexicano se decantó por su bloque y consolidó un equipo en el que acumularon minutos jugadores recién llegados, fichajes de club que necesitaban de tiempo y cariño para explotar. Visto lo visto, no fue nada mal.
Esta temporada el planteamiento era idéntico, aunque con dos matices: nuevos futbolistas y cambio de entrenador. El resultado ha sido un estrepitoso fracaso tanto a nivel deportivo como de proyecto institucional.
Unos aseguran que los jugadores andan cortos de talento, otros señalan que es difícil juzgar cuando no han acumulado los minutos necesarios para demostrar una integración y posterior evolución. Evidentemente, Albert Sánchez no es Rafa Márquez. Pero, insisto, no va de entrenadores y sí de proyectos.
El club tiene el derecho y la obligación de apostar por futbolistas jóvenes, pero debe ser consecuente y otorgarles el protagonismo mínimo para exigir resultados. Con Márquez se cumplió -pese a reticencias internas-, el resto debería tomar nota. Lo que funciona no debería tocarse.
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