Días de lágrimas

Gerard Piqué, durante el calentamiento previo al FC Barcelona - UD Las Palmas del 1 de octubre en el Camp Nou

Gerard Piqué, durante el calentamiento previo al FC Barcelona - UD Las Palmas del 1 de octubre en el Camp Nou / AFP

Carles Sans

Carles Sans

Escribo este artículo el martes día 3 mientras los pequeños comercios están cerrados por el paro general convocado por algunos sindicatos. Los estudiantes se manifiestan por toda Catalunya, especialmente frente a la sedes de los partidos que se han mostrado disconformes con el procedimiento secesionista. Los hoteles y las comisarías están siendo protegidos por los Mossos porque multitud de personas se sienten agraviadas por la fuerza utilizada el pasado día 1 por los cuerpos de seguridad del Estado. Mi Whatsapp no para de recibir consignas, información de movilizaciones y alertas. Los memes, que hace unos días bromeaban sobre el barco de Piolín, ahora han sido sustituidos por imágenes de movilizaciones de una y otra índole. 

Con este panorama comprenderán que no me apetezca hablar de fútbol; en todo caso lo haré de las lágrimas de Piqué, derramadas después del partido más triste que recuerdo en el Camp Nou. Lloró al ver lo sucedido el domingo, como dijo tener ganas de llorar Rafa Nadal, alguien que tal vez piensa de forma distinta a Gerard y que lamenta ver cómo se fractura una sociedad a la que ambos conocen y quieren. Yo también estuve a punto de hacerlo en Euskadi, donde trabajé toda la semana.

No voy a hablar de política, no lo esperen. Voy a hablar de estado de ánimo. Ahora, en Catalunya, mientras unos lloran de emoción por haber podido votar, otros lloran de impotencia, bloqueados por la tristeza de los acontecimientos y el miedo a lo que pueda ocurrir.

Todo va tan deprisa que en el momento en que se publique este artículo uno no sabe en qué situación estaremos. La mitad cree que habremos ido a peor; o sea que se habrá decretado ya la declaración unilateral de independencia; otros, todo lo contrario. 

Nada me parece mejor que serenar los ánimos y utilizar lo mismo que utiliza nuestro adorado Messi en el campo: habilidad e inteligencia. Pocas veces habremos visto a Leo nervioso, precipitado o imprudente. Y así le ha ido. Por favor, que tomen ejemplo a quienes les corresponda solucionar este serio dilema.