Un derbi de baja intensidad

El Barça mandó al Espanyol a segunda

El Barça mandó al Espanyol a segunda / Valentí Enrich

Xavier Ortuño

Xavier Ortuño

El derbi entre el Barça y el Espanyol no tuvo sabor de derbi. Y es que por mucho que se junten todos los ingredientes en la misma cazuela como dice la receta, la mano del cocinero importa, y mucho. Y en el caso del fútbol el que lo junta todo es la afición, las gradas y la pasión de la gente.

Porque un derbi con dos expulsiones, VAR mediante eso sí, se habría convertido en algo tenso, aguerrido, con careos de futbolistas y con la afición jadeando. Pero sencillamente, sucedieron, los jugadores hicieron algún amago de protesta, pero les faltaron los coristas y se notó mucho.

El Espanyol se jugaba la posibilidad de morir matando, porque su camino hacia Segunda División hacía tiempo que estaba escrito esta temporada, pero que evitar que el Barça te diera la puntilla tendría que haber servido de motivación a un equipo que supo aguantar y avisar pero no pasó de eso y tomó el camino de Segunda División. Eso seguro que también habría sido jadeado por la afición del Barça

Tampoco fue un superderbi para un Barça que venía de darse un gusto contra el Villarreal y desaprovechó la oportunidad de lucirse ante su rival barcelonés, manteniendo el nivel de juego mostrado en La Cerámica, seguro también que con un Camp Nou lleno todo hubiera sido distinto.

Un estadio que de momento tardará, como mínimo, una temporada en volver a recibir al Espanyol ya que a los blanquiazules les tocará pasar un año en el infierno. Un tiempo en que lo más cerca que estarán de medirse de nuevo con el Barça podría ser el Johan Cruyff Stadium, si los hombres de García Pimienta logran el ascenso.

Ojalá vuelva el fútbol con pasión y el Espanyol a visitar pronto el estadio que este derbi apagado hay que vengarlo y el fútbol, con derbis es más divertido.