Dembélé, el triste símbolo del despilfarro

La situación de Dembélé ha cambiado

La situación de Dembélé ha cambiado / SPORT

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Con la huida de Neymar empezó todo. Bartomeu, al más puro estilo Gaspart, despilfarró en un abrir y cerrar de ojos los 222 millones de euros que pagó el PSG por el brasileño. El 25 de agosto de 2017 fichó a Dembélé por 105 millones fijos más 40 de variables. Y el 6 de enero de 2018 fichó a Coutinho por 120 millones fijos más 40 de variables. En solo cuatro meses, Bartomeu se gastó todo el dinero de Neymar en dos jugadores cuyo rendimiento, a día de hoy, ha sido infame. Dembélé se ha pasado más tiempo lesionado que jugando. Y Coutinho (que, incluso, fue cedido al Bayern) ha sido, al unísono, el fichaje más caro de la historia del Barça y el fiasco más grande de la historia del Barça. El brasileño, que no pudo ser traspasado el verano pasado porque nadie le quiso, volverá a estar en el escaparate en el mercado de invierno. Y el francés, a punto de recuperarse de su enésima lesión, solo jugará si acepta firmar la renovación (acaba contrato en junio del 2022).

Un doble desastre que evidencia lo que explicó Ferran Reverter, CEO de Laporta: la nefasta gestión que llevó a cabo Bartomeu. Centrémonos en Dembélé que, según el propio presidente blaugrana, podría reaparecer tras el parón. El extremo galo solo ha jugado 119 partidos en el Barça en cuatro temporadas (únicamente 76 como titular). Y se ha perdido 96 encuentros por lesión (ha estado 658 días de baja). Su aportación futbolística ha sido más que escasa: 33 goles. Y su valor se ha desmoronado: no llega a los 50 millones de euros… y eso que solo tiene 24 años. 

De todas formas, a pesar de estas estadísticas terroríficas, Dembélé dispondrá de una nueva oportunidad. Tal vez a la quinta va la vencida. Después de cuatro temporadas desastrosas, en las que sus problemas físicos han lastrado su rendimiento, ahora puede tener la oportunidad de resarcirse y demostrar que su fichaje sirvió para algo. Al menos, tiene ocho meses para revalorizarse y evitar que su incorporación pueda calificarse de ruinosa. Por eso Laporta le exige la renovación: si se obra el milagro y resucita futbolísticamente, será un buen refuerzo para Koeman. Y si no triunfa pero juega, el presidente podrá venderle y recuperar una parte del dinero malgastado. El caso de Dembélé (como el de Coutinho o el de Griezmann) es el fiel reflejo de la pésima política de fichajes de la era Bartomeu. Error tras error, por no hablar de las sospechosas y desorbitadas comisiones que se pagaron en muchos casos.