Dembélé sí que ilusiona

Dembélé será el primer fichaje mediático

Dembélé será el primer fichaje mediático / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Bartomeu entró en acción y cerró el fichaje de Dembélé en su viaje relámpago a Nyon. Le pedíamos al presidente que actuara y actuó. Con acierto. Con firmeza. Eso sí: pagando por el  futbolista lo que no vale. Aunque eso ya se sabía que pasaría. Porque todos los clubs del mundo llevan semanas esperando a que el Barça haga uso de los 222 millones que la huida de Neymar dejó en la caja. En Dembélé se van 105 millones fijos (más 40 en variables). Un precio excesivo para un jugador que el Borussia Dortmund contrató el pasado verano por solo 15 millones. La evolución futbolística de Dembélé, por meteórica que haya sido, no se corresponde con el precio que tendrá que abonar el club blaugrana. Pero no había otra opción. Era eso o renunciar al crack que debe sustituir a Neymar. Y, evidentemente, el Barça no podía permitirse el lujo de perder al joven extremo francés, por el que ha estado apostando durante todo el verano. Dembélé, además, se ha mojado y mucho para jugar en el Camp Nou. Y eso también es un punto a favor del delantero galo.

Dembélé es un gran fichaje. Futbolísticamente imprescindible. Y socialmente ilusionante. Un crack que levantará los ánimos de la desolada afición blaugrana, nerviosa ante la falta de concreción en las incorporaciones realmente importantes. El Barça ya había invertido 82 millones de euros en Semedo, Deulofeu y Paulinho. Pero ninguno de estos tres jugadores podía llenar el vacío dejado por Neymar. Dembélé sí. Y Coutinho, que puede ser el siguiente en caer, también. Al final, con la presión del calendario, Bartomeu ha tenido que sucumbir a las exigencias económicas del Borussia Dortmund (como sucumbirá, irremediablemente, a las del Liverpool por Coutinho) y pagar mucho más de lo que pretendía. Desgraciadamente, el Barça ha caído en la trampa de la ley de la oferta y la demanda. Ha ido a fichar cracks con prisas y con dinero. No hay peor combinación en un mercado tan inflacionista como el del mundo del fútbol.