Por qué Dembélé siempre gana

Alemany negocia por Dembélé en Marruecos

Alemany negocia por Dembélé en Marruecos / Marta Fernández

Ernest Folch

Ernest Folch

De todos los ránquings que aspira a encabezar Dembélé, sin duda en el que es favorito número uno es en el de jugador más desconcertante de la historia. Suele desaparecer cuando más se le necesita, reaparece y brilla cuando menos se le espera, recae de sus lesiones en el momento más impensado, sonríe cuando creíamos que está enfadado, calla cuando le atacan y ataca cuando los otros callan.

Toda esta esquizofrenia explica por qué es uno de estos raros jugadores que son capaces de encender la ira del Camp Nou y pocos días después el mismo campo con la misma afición termina coreando su nombre. La situación es tan inusual que en escaso tiempo ha pasado de ser un jugador elogiado por el presidente, marginado posteriormente por su negativa a renovar, indultado por el entrenador, y finalmente titular indiscutible.

De ser la gran esperanza a ser el gran odiado y a volver otra vez a ser la gran esperanza: todo este tío vivo emocional ha llevado al entorno del jugador a intentar una nueva aproximación, entre Mateu Alemany y su agente Moussa Sissoko, que terminó una vez más sin grandes avances. Porque con Dembélé todo es lo contrario de lo que parece, y ahora que la situación podía hacer pensar en un acercamiento de posiciones es probable que todo vuelva a torcerse.

Lo que sin duda ha quedado demostrado es que con él no sirve de nada hacer previsiones: el club lo elogiaba cuando pensaba que se quedaría, y lo castigó cuando pensaba que se iría, pero la única realidad es que, guste o no, Dembéle se ha vuelto a salir con la suya.

¿Por qué Dembélé consigue siempre ganar todos los pulsos que propone? La respuesta es sencilla: porque es un jugador diferente, de los que escasean en el mercado, y por lo tanto necesario.

Más allá de que es un formidable ambidiestro, tiene un uno contra uno demoledor y una velocidad endiablada, y posee el extraño don de ser admirablemente impermeable a todo lo que se dice y se escribe de él, incluso a los pitos de su propia afición. Sabiendo que estas son virtudes que en el mercado se encuentran a un precio disparatado, Xavi optó por la vía difícil: integrarle en el grupo y contar con él.

Dembélé, en definitiva, ha conseguido dejarnos en ridículo a todos los que dudamos de él y pensábamos que su carrera en el Barça ya había terminado. Es posible que dentro de poco deje también ridículo a los que ahora pronostican que se quedará. Porque, efectivamente, es un jugador desconcertante, a menudo desagradecido, y muy difícil de entender. Pero no olviden lo más importante: siempre hace lo que le da la gana. Y, sobre todo, siempre gana.