Dembélé no es un experimento

Dembélé entró en el minuto 60

Dembélé entró en el minuto 60 / TWITTER

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Más allá de las sensaciones, interpretaciones, especulaciones, suposiciones, críticas y pareceres varios, hay una cosa que está fuera de toda duda: por estadísticas, el Barça es, ahora mismo, el mejor equipo de Europa. Es más, tras el KO del City en la FA Cup ante el modestísimo Wigan, es oficialmente el mejor equipo de Europa. Invicto en la Liga, invicto en la Champions, finalista de la Copa, donde ha perdido su único partido, que hasta en esto ha sabido elegir, no hay ningún grande que se le acerque. Ni el City, que se pasea en la Premier pero que ya no está en la Copa y también ha perdido en Liga y Champions. Ni el PSG, de momento contra las cuerdas en la Champions y con dos derrotas también en la Liga. Ni el Bayern, con dos derrotas en una Bundesliga sin rivales mínimamente considerables. Ni la Juve, ni el Madrid, que no hace falta recordar la temporada que lleva... Y todo eso, sin Neymar y sin Dembélé, el crack que debía hacernos olvidar la traición del brasileño. Tienen muchos mérito estos números, conseguidos con un equipo que no es mejor que el del año pasado. No es cuestión de mirar a nadie, pero está claro que los fichajes, los de anteriores temporadas y los de esta, no han reforzado demasiada cosa. Valverde tiene un once de gala muy claro, con un solo jugador que puede bailar un poco, pero muy poco. No hace falta repetirlo: diez fijos y Paulinho casi siempre o Alcácer, Aleix Vidal, André Gomes, Denis Suárez... casi nunca. Pero tampoco Dembélé. Y eso, tanto contra el Eibar como ante el Chelsea. Significativo, ¿no? Está claro que el entrenador tiene pocos hombres de confianza cuando ha de ir a lo seguro. Seguramente, si Dembélé no hubiera sido víctima de las lesiones, el panorama -y el once de gala-, sería otro, aunque ya entramos en el terreno de las sensaciones que, repito, no tienen nada que ver con los números, los mejores números de Europa. 

DESEQUILIBRIO

Ahora bien, una cosa no quita la otra y a Dembélé quería llegar. Por un lado, que los buenos resultados no nos quiten el espíritu crítico que hay que tener con los fichajes. Por otro lado, Dembélé. El Barça le necesita, seguro, es el elemento diferencial que le falta al once de gala. Se vio claro contra el Chelsea. El Barça sacó muy buen resultado, pero muchos todavía estamos con el susto en el cuerpo. Sonó la flauta, dos postes en contra y el gol gracias a un fallo de juveniles de la defensa inglesa. Objetivamente, esto es así. Más opinable, aunque creo que es juicio generalizado, es que al equipo, o mejor todavía, al ataque, le faltó desequilibrio y profundidad. Es en estos partidos, ante equipos grandes, con talento, oficio y empaque, donde el Barça necesitará a Dembélé. Empezando por la vuelta ante el propio Chelsea en el Camp Nou. Habrá que abrir el campo, jugar más por fuera para sortear el atasco por dentro, aportar velocidad, desborde y uno contra uno. Todo eso es Dembélé... o se supone que es. Llegados a este punto, me preocupa que el propio entrenador le considere un experimento. Un tío que ha costado más de cien millones, por mucho que se haya lesionado no puede ser un experimento. Pero muy mal debe verle el entrenador cuando ni siquiera le sirve de revulsivo y confía antes en Aleix Vidal, al que hace un mes quería traspasar. Si no queremos que todo esto se convierta en un problema, hay que frenar la deriva que ha tomado el caso y ponerle rápidamente en forma, pues en la Champions será clave contar con un Dembélé al nivel del precio que se ha pagado.