Dembélé y Coutinho, cuestión de Estado

Dembélé apunta alto

Dembélé apunta alto / JAVI FERRÁNDIZ

Javier Rodríguez Marzo

Javier Rodríguez Marzo

El francés y el brasileño son los dos fichajes más caros de la historia del Barça. El club tiró la casa por la ventana para cubrir el vacío dejado por la traición de Neymar y aún no ha conseguido rentabilizar la astronómica inversión, que supera lo ingresado por el ahora jugador del PSG.

Su encaje es la gran asignatura pendiente esta temporada. Un encaje que, de momento, está teniendo éxito por separado, pero no conjuntamente.

Dembélé ha sido titular en los dos partidos oficiales y Coutinho, suplente. En el primero, la final de la Supercopa, el francés resultó decisivo marcando el golazo de la victoria con un impresionante trallazo desde fuera del área y en el segundo, el debut liguero ante el Alavés, fue Coutinho quien sentenció logrando el segundo gol con una jugada marca de la casa.

Un buen balance pero insuficiente para lo que debería ser su aportación en este segundo año como blaugranas. Ambos tendrían que ser titulares indiscutibles y Valverde parece ser el primero que se ha propuesto alcanzar esa meta.

Seguramente otro no se empeñaría tanto, recuperado el 4-3-3 paradigmático del Barça, en que el brasileño ocupara la posición de interior izquierda, esa que durante años ha dignificado maravillosamente Iniesta. Pero, como dice el propio Valverde, no puede haber nadie igual a Iniesta y a Coutinho le cuesta adquirir los mecanismos que se necesitan en un puesto clave en la sala de máquinas barcelonista.

Como extremo encaja mejor, pero esa situación, teniendo a Suárez y Messi como indiscutibles,  condenaría a Dembélé al banquillo. Y esa, sin duda, no es una buena solución...

Solo el tiempo dirá si Valverde da con la tecla, pero lo cierto es que el Barça no se puede permitir el lujo de desaprovechar el talento de uno de ellos. Sería una ruina, deportiva y económica, que hay que evitar a toda costa. Seguro que si logran armonizarse con el resto del equipo, el Barça saldrá ganando. Y eso, sin duda, debería ser una cuestión de Estado...