Por qué Dembélé es una bomba de relojería

Dembélé sigue sin renovar

Dembélé sigue sin renovar

Ernest Folch

Ernest Folch

Nada explica mejor el inimitable universo Dembélé que estos dos hechos aparentemente inconexos: la misma semana que trituraba la defensa del Benfica con su explosividad, su entorno dejaba claro al club que no aceptará ninguna oferta para irse en enero y al mismo tiempo seguía sin dar pistas de su renovación. Mientras Xavi anunció en su presentación que el delantero francés sería una de sus piezas esenciales, su futuro está más en el aire que nunca. Y es que el fabuloso caos que crea en las defensas rivales es el mismo que genera en los despachos del club, que ahora mismo duda como si fuera uno de sus sufridos defensas rivales. 

Una pregunta inquietante sobrevuela las oficinas del club: ¿Qué hacemos con Dembélé? El dilema no es menor, y puede tener consecuencias imprevisibles. Se presentan tres posibles escenarios, a cuál más diábolico: dejarlo marchar sin cobrar nada, presionarlo e incluso dejarlo en la grada para obligarle a renovar y, por último, hacer como si nada sucediera, dejar que negocie a partir de enero e intentar una renovación de última hora antes de terminar la temporada. Las tres opciones pueden generar un ruido ensordecedor, a corto o medio plazo, y son muy difíciles de gestionar cada una por motivos muy diferentes. El problema es que el tiempo corre en contra del Barça y a favor de Dembélé. Curiosamente, lo que ha hecho saltar por los aires el tablero en el que se jugaba la partida de su renovación ha sido la llegada de Xavi: Dembélé ha cobrado una fuerza inusitada y el club se encuentra cada día más acorralado.

Tampoco pueden olvidarse la interminable retahíla de lesiones que ha sufrido el francés desde que llegó a Barcelona, un factor disuasorio para su renovación y que sus detractores esgrimen para dejarlo marchar. Todo ello explica por qué, según cuentan fuentes internas, el club está cada vez más molesto con el francés: considera que está jugando descaradamente con los tiempos y que parece priorizar sus condiciones económicas por encima de cualquier otra consideración.

Dembélé es ahora mismo un jugador muy difícil de descifrar, dentro y fuera del campo, y Laporta es consciente que su situación contractual es una peligrosa bomba de relojería que debe atajarse antes de que estalle. Lo que es seguro es que vienen curvas y como dice alguien desde dentro, con Dembéle puede pasar cualquier cosa excepto que nos aburramos.