Dejen que los niños regresen al Camp Nou

Dani Alves, cuando era un niño

Dani Alves, cuando era un niño

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

"La infancia termina cuando sabes que vas a morir”, anunciaba no recuerdo qué personaje en ‘El Cuervo’ y me niego a buscarlo en ‘Google’. Sí, los niños son lo mejor de este mundo porque son puros, llenos de ilusiones, con un cerebro en el que no caben los prejuicios y cuya mirada está llena de esperanza. Los adultos son todo lo contrario, seres en los que habita la desconfianza, la codicia, el rencor y todo tipo de actitudes despreciables que hacen del mundo algo peor. Generalizar no es correcto, pero, ¡qué narices!, eso es así. Por eso todo adulto que siga resistiéndose a dejar su infancia mantiene algo del niño que un día fue. Dani Alves es uno de ellos: “Soy un niño de 38 años”. Bravo.

Nadie sabe, aunque muchos se atreven a pronosticar, si dará la talla, si seguirá corriendo la banda arriba y abajo como si el mañana fuera un cuento de adultos. Es imposible prever si su edad le permitirá brillar como lo hizo cuando se hizo grande, no mayor, en el Camp Nou. Quizás ese brasileño crecido en Bahía ya no esté para ser campeón de Europa ni jugar sesenta partidos durante una temporada. ¿¡Y qué más da!? Permítanse sonreír, disfrutar y esperanzarse porque, a dia de hoy, es lo único que les queda. Dejen de analizarlo todo como si les fuera la vida y, sobre todo, olvídense de pontificar en Twitter creyendo que sus argumentos son mejores que los del otro. Paren, por favor, esta rueda destructiva que todo lo ensucia. Libérense del yugo que les colocaron cuando supieron que iban a morir. Nadie muere si no ha vivido antes. ¡Vivan, joder!

Dani Alves llamó, dicen, tres veces al día a Laporta para volver al Barça. Me importan un pimiento sus intereses, su relación, sus supuestos negocios con el PSG o si quiere jugar el Mundial y el Barça es un vehículo para ello. Palabras y más palabras que solo sirven para enterrar bajo un manto de arena llena de excrementos la ilusión de más de 10.000 culés que se acercaron al Camp Nou para volver a ser niños y, como si estuvieran aún en el patio del colegio, recoger el guante que les lanzaba Dani Alves para jugar. ¡Qué bonito es el verbo jugar!

Esto es fútbol y el fútbol es de los niños o no es. Por eso cualquier partido de benjamines es más real que cualquiera de las finales de Champions que se haya jugado. Dejen que los niños regresen al fútbol. El Barça, desde que se hizo adulto, desde que solo empezó a pensar en números, objetivos comerciales y avales, perdió algo de sí mismo. Sí, todo eso es importante en el mundo de los adultos, pero no tiene ningún valor en el mundo de los niños. Por eso Dani Alves jugará casi gratis y por eso su regreso nos devuelve a la infancia que nunca debimos abandonar.