El (D)efecto Griezmann

Ramos junto a Griezmann en el Clásico del Camp Nou

Ramos junto a Griezmann en el Clásico del Camp Nou / Valentí Enrich

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Son ya casi ocho meses, doscientos treinta y cinco días, exactamente, los que lleva Griezmann en el Barça y todavía no hemos visto a aquel jugador determinante del Atlético y de la selección francesa campeona del mundo. Confieso que esperaba mucho más de Griezmann. No es que sus condiciones fueran, a priori, las idóneas para un sistema como el del Barça, pero, caramba, su poder realizador estaba demostrado y se supone que un gran futbolista debe tener la capacidad para adaptarse a más de una manera de jugar, y más tratándose de jugar junto a Messi y Suárez. Pero no. Y doscientos treinta y cinco días son muchos días de margen, de entrenamientos, de conversaciones con el entrenador, de partidos como para que ya se advirtiera una mejora en su rendimiento. Marca goles, sí, claro, pero ni los suficientes en relación a lo que costó ni ante los rivales que exigen que demuestre su condición de crack. Preocupante.

SU RADIO DE ACCIÓN La cuestión es que no hay efecto Griezmann. Más que un efecto, si me permiten un juego de palabras, se ha producido un defecto, en el sentido de que Antoine no ha sumado. Y no será porque las desgracias de otros nos fueran potenciales ventajas para él. Las lesiones de Dembélé, por ejemplo, le han dejado sin competencia en la titularidad y la baja de Suárez debería facilitar y potenciar su condición rematadora. Pero no, ni con Suárez ni sin Suárez. Y ¿saben porqué?, pues porque Griezmann ni es Suárez ni puede serlo. No es delantero centro ni tiene el carácter ganador, competitivo y ambicioso del uruguayo. Ahí se equivocaron los técnicos que le veían como opción para dar descanso a Suárez. Tampoco es extremo. Así que, básicamente, el gran (d)efecto del que les hablaba es que no conecta con Messi, en el campo, ¡eh!, en lo demás me da igual. Él mismo dice que juegan muy alejados. Sí, vale, pero ya van dos entrenadores y no lo han resuelto. El problema es que su radio de acción es el mismo de Messi. Y ahí, si se juntan, se estorban.