Cuestionar a Messi es cuestionar el talento

Messi, Balón de Oro 2021

Messi, Balón de Oro 2021

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Cuestionar a Messi es cuestionar el talento. Y no hay nada más absurdo y cretino. Messi ha ganado su séptimo Balón de Oro porque es el mejor futbolista del mundo. Ahora y siempre. Y dudar de los merecimientos del crack argentino es un ejercicio de estupidez supino. Entiendo que el madridismo más rancio se sienta empujado, casi obligado, a cuestionar cualquier galardón que reciba Messi. El Bernabéu todavía tiembla, a pesar de la ‘mega remodelación’ de Florentino, con el recuerdo de los goles del exblaugrana. Es la lógica consecuencia de tantos años de dominio del Barça. Messi es la pesadilla recurrente de todos los merengues. Como lo fue Guardiola. O también lo es Xavi, sobre todo ahora que ha vuelto al Campo Nou para ejercer como nuevo entrenador culé.

Entiendo, insisto, las reticencias o incluso la animadversión que genera Messi en Madrid. Pero no puedo entender, ni mucho menos compartir, el odio visceral contra el crack argentino. Sobre todo ahora que ya no viste de blaugrana. Ya no es el enemigo que tantas veces ha ultrajado el estadio blanco. “Nunca puede ser injusto darle el Balón de Oro a Messi”, aseguraba ayer Guardiola, después de las críticas que recibió la organización del galardón por el triunfo del ahora delantero del PSG francés. Y es que lo que ha aportado Messi al mundo del fútbol merecería un reconocimiento eterno. 

El talento de Messi está muy por encima de los goles (por muchos que sean) de Lewandowski. Y, por supuesto, se encuentra a años luz del rendimiento que puede ofrecer Benzema, por mucho que desde la Castellana quieran convertir al francés en un número uno totalmente artificial. Messi ha sido, es y será el mejor futbolista de la historia. Le pese a quien le pese. Y si ha ganado siete Balones de Oro es porque no ha existido (ni existirá) nadie con la magia del crack argentino. Solo Cristiano Ronaldo se acercó, en su mejor momento competitivo, a la excelencia de Messi. El resto no comen en su misma mesa. Ni lo harán jamás. Porque ninguno de las jóvenes (y no tan jóvenes) supuestas estrellas que quieren optar a su reinado le llegan a la suela del zapato.

Por eso las campañas contra el premio a Messi solo son el reflejo de la impotencia, de la desesperación, de la frustración. Cada reconocimiento internacional que recibe Messi es un mazazo para todos aquellos que han sufrido su voraz ansia de triunfo. Sobre todo para el Madrid y los madridistas. Es así de mezquino...