LA OPINIÓN

Cuestionar a Guardiola también fomenta la división

Joan Vehils

¿CON QUIÉN IRÁ PEP? Los tuits se dispararon, las páginas webs se lo preguntaban, en los bares se comentaba y los opinadores de guardia lanzaban sus propias teorías sobre los sentimientos enfrentados de Guardiola tras el sorteo de la Champions. Mientras, Pep, en Augusta, ejercía de aficionado del mejor torneo de golf del mundo. Guardiola es un personaje peculiar, tímido, algo egoísta, indeciso y sobre todo obsesivo. Pero Pep es una persona inteligente y fiel a sus sentimientos. El futuro técnico del Bayern es culé de toda la vida y el hecho de entrenar al equipo alemán no hará variar ni un ápice esos sentimientos. Su obsesión es ahora lograr que el Bayern juegue como el mejor Barça. El resto le importa bien poco. Bien distintos son los sentimientos de otros culés. Los 'guardiolistas' más acérrimos quieren que el Bayern no gane la Champions y así Pep podrá triunfar en el país de la Merkel. En el bando contrario, los antiguardiola, que los hay y muchos, desean que Pep fracase en Alemania, por tanto, si no se la lleva el Barça, prefieren que sea el Bayern el futuro campeón. Hay bastantes socios y aficionados, algunos muy reconocidos, que no soportan a Pep y cuestionan todas sus decisiones. Han olvidado muy deprisa sus éxitos y lo ven como un traidor, sin pensar que poniendo en duda sus sentimientos también fomentan la división entre los cules. Así está el barcelonismo, intentando buscar que nuñistas, cruyffistas, sandristas, algunos sorianistas, guardiolistas y los debutantes vilanovistas remen en una misma dirección. Misión imposible.