Cuatro capitanes y un destino

Sergio Busquets, capitán del FC Barcelona, celebra un gol en el Camp Nou

Sergio Busquets, capitán del FC Barcelona, celebra un gol en el Camp Nou / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Sergio Busquets tiene 33 años y lleva 14 temporadas en el primer equipo del Barça, donde llegó de la mano de Guardiola. El 'invento' de Pep fue un éxito tan rotundo que el jugador de Badia del Vallès se convirtió en el mejor medio centro del mundo.

Hoy es uno de los cuatro veteranos capitanes del Barça, junto a Gerard Piqué (35 años), Jordi Alba (33 años) y el recientemente renovado Sergi Roberto (30 años). Este cuarteto de canteranos, curtidos en mil batallas, campeones de todo y, también, conocedores de los mayores fracasos de la historia reciente del club, están nuevamente en el centro de la polémica por sus fichas.

El Barça necesita reducir drásticamente su masa salarial (de 560 millones a 400) y todas las miradas han vuelto a dirigirse hacia los capitanes. El club ya les ha enviado mensajes a través de los medios de comunicación presionándoles para que acepten otra rebaja... y ellos han respondido también públicamente. Lo ha hecho Sergi Roberto 'de palabra y obra': su nuevo contrato es de mínimos (cobra 5 millones brutos, un 60 por ciento menos). También Busquets y Alba, aprovechando sendas comparecencias con la selección. Ambos se han puesto al servicio del club con el mismo mensaje: no seremos un problema. Alegan a su compromiso y su disposición absoluta a ayudar en lo que sea necesario. Excelente gesto. Sin duda. Pero hay que ver si estas buenas intenciones se transforman, a la hora de la verdad, en una realidad. En el Barça no tienen tan claro que todo vaya a ser tan fácil como ellos presumen...

Los cuatro capitanes se encuentran en una compleja encrucijada. Tienen unos salarios desorbitados y desproporcionados. Absolutamente alejados de la realidad actual del fútbol, en general, y del Barça, en particular. Bartomeu les cubrió de oro en un momento en el que el vestuario, liderado por Messi, tenía el poder absoluto del club. Ahora deben asumir que la situación ha cambiado. Mucho. Y tienen que entender que, igual que en los momentos de bonanza (o, mejor dicho, de excesos) les subieron el sueldo a niveles exagerados, hoy toca una reducción muy considerable (drástica, diría yo) para ayudar a hacer viable económicamente el futuro de la entidad. En las próximas semanas se abrirán las negociaciones que, sin duda, generarán nuevas tensiones. La mochila de sus sueldos es absolutamente insostenible. Y conseguir 'fair play' es una urgencia. No hay, pues, otra solución. Debe ser su último gran servicio al Barça