La cuarta revolución industrial del fútbol

Messi superliga

El Barça podría no llegar a formar parte del proyecto

Marc Menchén

Marc Menchén

Hay quienes estos días ondean la bandera del fútbol original, como si se tratara de una foto estática que jamás ha evolucionado. “¡Culpa del capitalismo!”, claman las redes sociales quienes han logrado tumbar la Superliga en menos de 48 horas. Pero basta con repasar los libros de historia para darnos cuenta de que el binomio fútbol-negocio siempre ha existido, quizás ahora explotado a unos límites que nadie imaginó. Tampoco nadie, en los años treinta, pensó que en un estadio habría 90.000 personas pagando por una entrada o televisiones pagando por emitir partidos. El paso del tiempo.

La sensación de indefensión que hoy sienten las ligas de países con baja población o los clubes de clase media es la misma que los creadores de football entre las élites de Londres empezaron a sentir cuando los industriales del norte de Inglaterra empezaron a profesionalizar a sus jugadores enmascarados como empleados de fábrica. Es una travesía que relatamos en el libro Futbol i negoci: de la gespa al Monopoly, donde vemos como prácticamente cada cincuenta años hay una revolución.

Ahora estamos en la disrupción que están provocando las plataformas digitales y los nuevos negocios que permiten. Al margen de la televisión, poder difundir contenidos diarios en redes sociales ha permitido a los grandes colosos europeos aspirar a tener una verdadera implantación global. Y ahí, como hemos visto estos días, les sobran partidos que ellos consideran menores. Sin embargo, sólo doce equipos -ahora ya únicamente seis- se han atrevido a querer agitar el sistema para poder firmar un seguro de vida que les proteja de quedarse fuera de la élite en la nueva era. Nadie quiere seguir los pasos de Ajax, Anderlecht, Benfica, Celtic, Estrella Roja, Steaua de Bucarest… Ellos ya sucumbieron al cambio del modelo de negocio, un camino que Barça y Real Madrid no quieren transitar.

El órdago del domingo probablemente no se materialice en una Superliga propiedad de los clubes, pero que nadie piense que la partida ha terminado. El debate ya está sobre la mesa y es probable que se acabe traduciendo en un nuevo modelo de gestión de las competiciones. El fondo de la cuestión, más allá de cuánto dinero se queda cada uno, es más filosófico: quién tiene la llave de la caja. Y ahí va estar el caballo de batalla.

La marca Kobe Bryant ya no será sólo de Nike

El contrato que unía al exjugador de la NBA con la multinacional expiró esta semana y la familia del fallecido atleta ha renunciado a firmar un acuerdo vitalicio. Nike podrá continuar usando el logotipo del Sheath que crearon junto a Kobe, pero no su nombre.

Ojo con el futuro de la Segunda B

No es la Superliga, pero los requerimientos que exigirá la nueva competición de la Rfef como antesala a LaLiga se le acercan en relación con las capacidades de muchos clubes. Estadios para 4.000 personas, aval de 200.000 euros y gestión profesional. A favor.