Cuando la culpa siempre es de otro

Josep Maria Bartomeu

Josep Maria Bartomeu / FCB

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Corre por ahí un chiste, que es más realidad que chiste, que cuenta que uno solo tiene un problema si no encuentra a otro al que echarle la culpa. Es decir, la vieja costumbre de cargarle el muerto a otro y hacer que la gente se lo crea. Práctica muy habitual en política pero que también causa furor en el fútbol. El Barça tiene un problema, de juego, de renovación de la plantilla, de resultados... Un problema del que nadie quiere hacerse responsable. Y así, cuando la directiva se olió que la afición la señalaba, echó la culpa al entrenador y se cargó de malas maneras a Valverde. Más tarde, cuando el equipo se dejó dos puntos en Sevilla y la plantilla empezó a ver que aquello también iba con ellos, Piqué acusó, sibilinamente, eso sí, a los árbitros y al VAR. Solo una semana después, tras perder otros dos puntos en Vigo, Suárez no tuvo bastante con el VAR y le mandó una estocada, nada sibilina, por cierto, al entrenador. Y el entrenador, a su vez, le cargó el mochuelo a Griezmann. Mal asunto, cuando esto ocurre, no manda nadie y mandan todos.  

PROBLEMA ESTRUCTURAL

En esas estamos, pero los hechos se empeñan en demostrar que el problema es estructural y va mucho más allá del entrenador. Setién lo está haciendo peor que Valverde. Ni el equipo juega mejor, ni ha corregido errores. El campo contrario sigue siendo un drama y nadie ha aprendido nada sobre los puntos que se escapan en los minutos finales. Por si fuera poco, el Camp Nou disfruta cada vez menos, cinco victorias por la mínima en ocho partidos por dos de once con Valverde. Miren, cuando un equipo no arranca, cuando es irregular, cuando se nota que quiere pero no puede, no es un problema de entrenador, es un problema de confección de la plantilla. De fichajes fallidos y renovaciones equivocadas.

Es el caso del Madrid la temporada pasada, con tres entrenadores, y el del Espanyol, ahora mismo, que ya va por el cuarto. Y sí, también el del Barça, con dos entrenadores después de ¡diecisiete! años. Y aunque esto es fútbol y todo puede pasar, incluso que se gane la Liga o la Champions, no nos engañemos: el problema está ahí e irá a peor si nadie lo afronta como es debido.