Cortinas Pérez

Llámenme malpensada, rebuscada o retorcida. Cuando una ha cumplido 32 años en esta bendita profesión, desarrolla una incredulidad poco apta para ateos. Si, además, uno de los protagonistas de la historia le supera en dos décadas, preside desde hace casi el mismo tiempo el Real Madrid y mueve los hilos del palco más poderoso de España, el escepticismo se multiplica.

Florentino Pérez, ese humano al que uno de sus empleados describió como ‘ser superior’, no da puntada sin hilo. Y en el ‘caso Cristiano’ me da a mí que ha tejido una tupida cortina bajo la que se esconden una segunda y una tercera.

Me explico. Cuando el programa ‘Jugones’ desveló que CR7 ya tiene las maletas hechas para salir del Real Madrid se detuvieron todas las rotativas. El fiasco de la selección española, con el sello de Lopetegui tatuado en la camiseta, pasó a un segundo plano. Y Julen, a un tercero. La avalancha de críticas que recibió el presidente blanco tras fichar al seleccionador nacional español, neutralizadas muchas de ellas por medios afines, se diluyó como un azucarillo.

A ello hay que añadir que Florentino Pérez le puso la cruz definitiva a Ronaldo cuando éste le puso mala cara en uno de los festejos de la Champions. Al presidente del Realísimo le tosen pocos o ninguno. Y verse en bucle en todas las televisiones con su estrella faltándole al respeto, fue suficiente para dejar de hablar de cariño (afectuoso o monetario) y pasar a la acción. 

Aquí estamos, un jueves de julio, hablando de la posible marcha de CR7 a la Juventus y dejando en un plano secundario lo que desestabilizó a una selección y al que muchos señalaron como culpable del despropósito en Rusia. Cortinas Pérez. La misma empresa que puede haber tejido que el mercado conozca el precio real de The Best, un jugador que hace cuatro días valía mil millones y hoy, una décima parte.

Tengo que ver para creer a Cristiano con la camiseta ‘bianconera’ y a Mendes en la misma foto. Mientras tanto, del entrenador del Real Madrid, de su proyecto, de Benzema o de Bale ni saben ni contestan. De esto saben un rato, desde luego.