Coronavirus y deporte: o todos moros o todos cristianos

En una reunión de urgencia, la Generalitat recomendará hoy al Barça que el partido contra el Nápoles se juegue a puerta cerrada

Wall Street cierra 15 minutos por el pánico al coronavirus

Wall Street cierra 15 minutos por el pánico al coronavirus / Google

Ernest Folch

Ernest Folch

En una reunión de urgencia, la Generalitat recomendará hoy al Barça que el partido contra el Nápoles se juegue a puerta cerrada, recomendación que el Barça cumplirá al instante. Es decir, hoy se formalizará que el partido de vuelta de la Champions en el Camp Nou se disputará, pero con las gradas vacías. El Barça no puede hacer nada más que acatar lo que diga la autoridad correspondiente, como está pasando en todo el planeta.

La afectación por el coronavirus en el mundo del deporte es mundial. Ayer Italia decretó la suspensión permanente de todos los acontecimientos deportivos hasta el 3 de abril, una medida sin precedentes en la historia, y que previsiblemente afectará con un efecto dominó al resto de deportes. En estos momentos están amenazados los Juegos Olímpicos, la Eurocopa, grandes torneos de tenis, entre ellos el Barcelona Open Banc Sabadell, maratones, y decenas de acontecimientos más en todo el mundo, que pueden anunciar de un momento a otro su cancelación. Vienen días y semanas complicados en los que habrá que tomar decisiones dolorosas y arbitrarias sobre la resolución final de muchas competiciones.

Es posible que se tengan que proclamar vencedores solamente con lo que se ha jugado hasta ahora, o simplemente declarar desiertas algunas competiciones. Lo cierto es que en plena pandemia global, el deporte vuelve a estar en el punto de mira de todas las medidas. Hay sin duda una razón objetiva: el deporte mueve masas, provoca intercambios continuos de gente y es un sector de alto riesgo. Pero la incoherencia es manifiesta: se vuela hoy con total normalidad, y se permite que aviones, trenes o coches circulen tranquilamente sin casi restricciones, con el riesgo mayúsculo que esto supone.

En el mismo país en el que el Barça-Nápoles tendrá que jugarse a puerta cerrada, se permite de momento una celebración masiva como las Fallas, sin que sepamos por qué una cosa no y la otra sí. Da la sensación de que, a igualdad de condiciones, se castiga al deporte también por mediático. Suspender un acto deportivo da rédito político porque se crea el efecto agradecido de que las autoridades “están haciendo cosas”. Nadie discute que hay que tomar medidas, pero o todos moros o todos cristianos.