Ni la Copa ni la Liga deben marcar el futuro de Koeman

Koeman y Zidane se saludan antes del Barça - Madrid del Camp Nou

Koeman y Zidane se saludan antes del Barça - Madrid del Camp Nou / Javi Ferrándiz

Toni Frieros

Toni Frieros

Viernes 14 de agosto de 2020. Lisboa. El FC Barcelona sufre la mayor humillación de su historia reciente y cae ante el Bayern Múnich en cuartos de final de la Champions League. Un 2-8 que todavía hoy escuece y duele al recordarlo. Al día siguiente, lo primero que hizo Josep Maria Bartomeu, entonces presidente del club, fue llamar telefónicamente a Ronald Koeman, en ese momento seleccionador nacional de Holanda. “Te necesitamos”, le dijo. No se trataba solo de una oferta deportiva, sobre todo era una llamada de socorro: “Ayúdanos”. Pensaba Bartomeu que la llegada del héroe de Wembley apaciguaría los ánimos, muy alterados. Acertó. Koeman, por lo tanto, por su trayectoria e imagen, era el personaje perfecto para devolverle la ilusión al socio y al aficionado del Barça, indignado por lo ocurrido en Lisboa y el derrotero que estaba tomando la entidad.

Ronald no se lo pensó dos veces. Cogió el teléfono y llamó al presidente de la Real Asociación Neerlandesa de Fútbol, Just Spee, para que le liberara de su compromiso: “Es un tren que no pasa dos veces en la vida”. No reparó en el dinero que iba a ganar. Eso era lo de menos. El Barça había llamado a su puerta, le necesitaba y su amor eterno por el club le exigía hacer todos los esfuerzos necesarios. Tan solo puso una condición para firmar: quería dos años. No deseaba ser flor de un día ni una solución de emergencia.

Koeman llegó y se encontró con la mayor crisis del FC Barcelona de toda su historia: además del 2-8, Leo Messi quería irse. El famoso burofax. Ronald fue a casa del argentino y juntos empezaron a tejer una complicidad que ha ido a más a medida que ha pasado el tiempo y que, seguramente, será clave en la decisión final que vaya a tomar Messi.

Tenía que devolver la ilusión a un club ‘muerto’, inmerso en una galopante crisis institucional (moción de censura y finalmente dimisión de la junta) y hacerlo sin poder gastarse un euro. No había dinero para nada, solo para traer a Dest. El ‘milagro’ de los panes y los peces tenía que hacerlo con lo que había. Y sin Semedo, Rakitic ni Luis Suárez.

Diecinueve partidos sin perder en Liga, nueve victorias consecutivas fuera de casa, clasificado para la final de la Copa del Rey, vivo en la Liga después de haber estado a doce puntos del Atlético... ¿Todo esto no es ya suficiente hoja de servicios para creer que Koeman es el entrenador perfecto para pilotar la nave azulgrana?¿Vamos a dudar de él porque no gane la Copa del Rey o laLiga?¿Acaso alguien en septiembre pensaba optar a esos títulos?

Además, que nadie olvide que, a pesar de todo el ruido institucional y la crisis económica y deportiva que ha debido afrontar estos meses, Koeman ha tenido la valentía de ‘jugarse la vida’ apostando por ‘niños’: Pedri, Mingueza, Araujo, Ilaix... Todo un legado. Y un último apunte. Cuando Carles Tusquets le pidió a la plantilla que aceptara el diferimiento de su salario, Koeman fue el primero en dar un paso al frente: “Pagarme cuando podáis”. Así es Koeman. Un hombre de club. Del Barça...