Una Copa para apuntalar la difícil transición

Los jugadores del Barça celebrando el segundo gol de Messi ante el Athletic

Los jugadores del Barça celebrando el segundo gol de Messi ante el Athletic / AFP

Albert Sáez

Albert Sáez

Koeman puede ganar hoy su primer título como entrenador del Barça. El equipo y el club lo necesitan mucho. La crisis institucional se prolonga un mes y medio más y solo la competición puede sostener viva a una entidad que, si no fuera un club de fútbol y no viviéramos una pandemia, estaría en quiebra. La Supercopa no hay que sobrevalorarla como hacía el nuñismo. Pero en este contexto, ganarla puede afianzar algunas cosas buenas que hemos visto intermitentemente desde que el holandés se hizo cargo del banquillo. La más importante, la sonrisa de Messi.

La conexión con Pedri le está haciendo olvidar el 2 a 8 y las causas que lo provocaron y que él conoce mejor que nadie. Dembelé empieza a encontrar su sitio, De Jong también. Y en las próximas semanas solo pueden que llegar que buenas noticias con las recuperaciones de Sergi Roberto, Ansu Fati y Piqué. Mientras, Ter Stegen sostiene una defensa de circunstancias. Con esta perspectiva, la directiva que llegue en marzo puede intentar el milagro.

Ponerle las cosas fáciles a Messi para que se quede y ponga en valor a una nueva generación de jóvenes. Algunos se quedarán y otros se marcharán per a un precio en el mercado muy superior al actual. La clave es ganar algunos títulos. Y el de esta noche podría ser el primero. El Barça puede dejar de ganarlo todo durante un tiempo, pero sin dejar de ser competitivo como siempre ha exigido Messi.

Sin la Supercopa, este invierno podría ser aún más duro. Los ingresos van a la baja y Bartomeu dejó pocos amigos a los que pedir comprensión en tiempos de vacas flacas, empezando por los jugadores y siguiendo por los patrocinadores, proveedores y clientes. Tusquets ha optado por pasar desapercibido, de manera que hoy el club se aguanta sobre los hombros del entrenador y los jugadores. La Supercopa les vendría como anillo al dedo para cohesionarse y coger confianza. El sanedrín de los tres aspirantes a presidente, lo sabe.