La continuidad como asignatura pendiente

Ernesto Valverde, entrenador del FC Barcelona

Ernesto Valverde, entrenador del FC Barcelona / AFP

Jordi Costa

Jordi Costa

Hay pocas dudas, o por lo menos Valverde no las tiene, de que el once de gala del Barça es el más competitivo que puede formar. Los resultados lo avalan, y ayer el técnico ni siquiera miró al banquillo pensando en un cambio de guión durante la fase de dudas del segundo tiempo. Los cambios sólo se desencadenaron cuando Dembélé deshizo el nudo a un cuarto de hora del final, coincidiendo además con la expulsión de Umtiti.

Hay un argumento de mucho peso que abona la tesis de Valverde: este once permite juntar todo el talento ofensivo que tiene el Barça. Se les puede colocar de otro modo, quizás un 4-2-3-1 (con Dembélé en la derecha, Coutinho en la izquierda y Messi más centrado) en vez del 4-3-3, pero las piezas son las que son. Es más: debo reconocer que la ubicación de Coutinho como interior tiene una consecuencia positiva en el sentido que Messi, que ya tenía un socio preferente por delante (Suárez) y otro por la banda (Alba), ha encontrado en el brasileño otro para acelerar el juego por los pasillos interiores.

Me atrevo a decir que no hay ningún equipo de Europa que pueda juntar tanto talento como el Barça en los últimos 25 metros de campo, de modo que la contundencia delante parece bastante asegurada. Otra cosa es que, con este once, el juego del equipo pueda ser constante. Ya no me refiero al control de los partidos a través de la posesión, sino a la capacidad de establecerse en la zona del campo que le interese en cada momento.

Ayer el Barça acabó goleando al PSV, porque tiene a Messi y porque Dembélé se inventó un jugadón individual cuando la cosa pintaba más gris, pero me parece conveniente leer el partido más allá del resultado. La realidad es que el Barça fue incapaz de enlazar fútbol con la continuidad suficiente para encerrar al PSV en su área, obligarle a defender y, por lo tanto, a sufrir. La victoria, un día más, se forjó más en latigazos, en momentos de inspiración individual, que en un juego que refleje la diferencia de calidad respecto al rival. Ayer, igual que en Anoeta, tuve la sensación que el déficit colectivo del Barça permiten que los rivales resistan más y parezcan mejores de lo que realmente son.

Dudo que Valverde, que ayer dijo que el juego de posición sirve para entrenar, tenga parecidas inquietudes. Sin embargo, conviene tener presente que el rival de ayer era el más flojo del grupo y, sobre todo, que la inestabilidad genera azar. Normalmente saldrá cara, pero también puede salir cruz en el peor momento.