Contagiarse de la realidad

Luis Rubiales en la presentación de la Copa España de fútbol sala.

Luis Rubiales en la presentación de la Copa España de fútbol sala. / sport.es

Carme Barceló

Carme Barceló

“¡Choca esos hombros!”. Simeone y Klopp fueron los protagonistas de una de las últimas imágenes que nos dio ayer el mundo del fútbol en plena pandemia. No chocaron sus manos ni se abrazaron. En el último segundo se ‘hicieron la cobra’ y no se tocaron. Apenas se respiraron. En la grada, miles de personas se daban calor unas a otras, rugiendo al unísono como solo pasa en Anfield, desconectados y aparentemente ajenos a la realidad. Entre ellos, seguidores del Atleti que viajaron desde Madrid. Increíble.

Como en Liverpool, en la Liga de Fútbol Profesional y en la UEFA no parecían vivir en este mundo. Mientras Luis Rubiales suspendía todas las competiciones vinculadas a la FEF, Tebas no decidió hasta la hora del café reunirse hoy con la Federación para determinar que va a suceder con la Primera y la Segunda División. Desde el primer momento, estaba muy claro que cerrar las puertas de los estadios no iba a ser suficiente. Más allá de los riesgos y de la falta de alma que supone competir sin público, el deporte en general y el fútbol en particular están obligados a ser un ejemplo para la comunidad. Si nos llenamos la boca de valores, éste es el momento de demostrarlo. Primero, las personas. Después, el negocio.

La debacle económica que supone anulaciones y aplazamientos de eventos deportivos es directamente proporcional al de otras muchas organizaciones. Nadie es más ni menos ante una pandemia como la que vivimos y seguiremos sufriendo en las próximas semanas. Que la UEFA solo suspenda los partidos de Champions en los que juegan equipos italianos contra españoles por la imposibilidad de viajar en avión entre ambos países, dice mucho de esta institución. Vivir el momento, improvisar sobre la marcha, apurar los minutos... Detengan este tren ya, señores. Planteen nuevas fechas, den la sensación de empatizar con la situación y dejen de hacer números. Si hay que apretarse el cinturón o el calendario, se hace y punto. Abracen la realidad. Respírenla. Contágiense de ella.