Un consejo para despistados: nunca den por muerto a Messi

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Ernest Folch

Ernest Folch

Argentina se clasificó para octavos ‘in extremis’, con el corazón, y cuando ya solo le quedaban argumentos emocionales. Un gol maravilloso de Messi después de un control imposible parecía esta vez encarrilar la clasificaciónn, pero si algún equipo siempre es capaz de empeorarse a si mismo este es el de Sampaoli. Un penalti muy riguroso de Mascherano devolvió la zozobra a la albiceleste, que durante muchos minutos volvió al colapso que la envió al filo del abismo contra Croacia. Argentina se pasó todo el segundo tiempo desconectada, en uno de estos naufragios antológicos que la caracterizan. Esta vez, Sampaoli alineó al menos a Banega, incomprensiblemente ausente en el segundo partido, que asistió a Messi en el gol y fue el único que movió la pelota con criterio. Pero dio entrada a un superado Meza y dejó en el banquillo a Dybala, confirmando que sus decisiones siguen siendo inescrutables, incluso para sus propios jugadores.

Una vez más, el único argumento futbolístico de Argentina fue Messi, acompañado por Banega. A partir de ahí, sobrevivió solamente porque se agarró a la heroica y tiró una moneda al aire que esta vez le salió de cara. Nada ejemplifica mejor el caos de esta Argentina que el partido de Mascherano, un desastre futbolístico pero a la vez un portento de corazón, entrega y sufrimiento. A la selección de Sampaoli quizás ya no le quede otro plan que el de la épica y el de luchar a la desesperada. Que hoy Argentina esté viva, después del fútbol horrendo que ha mostrado, es más que un milagro. Ahora bien: tiene a Messi, el factor distorsionante que la hace temible incluso para rivales muy superiores a ella. La victoria agónica ante Nigeria descoloca otra vez a los detractores de Messi, que se las prometían muy felices y que tendrán que volver a la cueva. Para los impacientes, los despistados y los oportunistas, el pase de Argentina con golazo de Leo incluido sirve como un consejo proverbial: nunca den por muerto a Messi. Nunca.