Con el VAR nace otro deporte y se entierra el viejo fútbol

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Ernest Folch

Ernest Folch

En un final que pareció ideado por un guionista, dos consultas providenciales al VAR en el mismo minuto en dos partidos diferentes dieron la primera posición del grupo a España. Fueron dos decisiones correctas, que dieron la vuelta a la angustiantes situación de la Roja, que en aquel momento se clasificaba como segunda de grupo y gracias. Lo cierto es que vivimos el mejor anuncio publicitario que podía idearse para promocionar este nuevo y fascinante sistema de videoarbitraje.

Los detractores, si todavía quedan, debería revisarse el tramo final del España-Marruecos y del Irán-Portugal para darse cuenta de que este sistema revolucionario ha cambiado el fútbol para siempre. Los escándalos arbitrales están a punto de pasar a mejor vida, pero nace una nueva emoción: la de ver a los protagonistas esperando una decisión en el terreno de juego, cambiando su alegría inicial por una tristeza infinita o viceversa, en unas montañas rusas emocionales que van a marcar el devenir de este deporte en los próximos años.

Nada ejemplifica mejor este cambio profundo que la explosión de Iago Aspas por su golazo tras la confirmación por parte del árbitro de su posición correcta en la jugada del gol primero concedido, luego revisado y por fin vuelto a conceder definitivamente. De repente, algo tan desconocido como la verdad, la auténtica verdad de lo que realmente ha sucedido, ha irrumpido en el fútbol y amenaza con derribar el viejo orden de las victorias injustas, las moviolas y las repeticiones de las injusticias hasta la saciedad.

Por supuesto quedará algo de margen para la interpretación, pero sin duda ya nada volverá a ser lo mismo. Y con esta transformación, por si alguien lo dudaba, queda claro que el fútbol se va a convertir en un espectáculo todavía más televisivo.

ESPAÑA, DECEPCIONANTE Las emociones vividas a partir del descuento de la segunda parte de los dos encuentros fueron tan fuertes que amenazan con enterrar lo que sucedió en los primeros 90 minutos precedentes. Y lo cierto es que antes del brutal aterrizaje del VAR, España tuvo otra vez una actuación decepcionante, sobretodo por sus espectaculares lagunas defensivas, que concedieron dos goles a Marruecos, que pudieron ser al menos dos más si no llega a ser por los palos y la incapacidad de los marroquíes para definir.

La selección dominó totalmente, con un Isco imperial y un Thiago que reivindicó su puesto en el once, pero mostró siempre una fragilidad impropia de un candidato al título, como ya sucedió contra Portugal e Irán. España pasa como primera de grupo pero deberá corregir muchas deficiencias si quiere seguir avanzando.

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