Con Messi no hace falta entrenador

Messi y el balón mantienen un idilio eterno

Messi y el balón mantienen un idilio eterno / VALENTÍ ENRICH

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Messi dio una lección magistral de cómo un solo jugador puede ganar un partido. ¡Messi, Messi, Messi!  Sin ningún esfuerzo extraordinario, como la cosa mas natural del mundo, cuándo y cómo quiso, liquidó al Celta con tres goles con firma de crack. Faltan adjetivos para ensalzarle como se merece. ¡Nunca más volveremos a ver un futbolista como él! 

Messi es el faro del Camp Nou. El genio que oculta muchas limitaciones deportivas. La estrella que ilumina con luz propia un equipo que vive de su talento y ambición. Pasan los años y el rosarino mejora su rendimiento. Es un caso excepcional. Los rivales saben que cuando se enchufa es imparable. 

Puede pasarse una hora caminando por el césped, pero cuando agarra el balón siempre busca el gol. Con Messi no hace falta entrenador, el solo resuelve todas las papeletas. El sábado se vio bien claro, Valverde se equivocó con la alineación inicial pero el argentino salió al rescate. Sabe hacer jugar el equipo, marca la dirección y el ritmo. El juego barcelonista estaba atascado, bastaron dos faltas para imponer superioridad en el campo y ventaja en el marcador. 

Flores de Valverde

Valverde ya puede lanzarle flores porque Leo para él es un seguro de vida. Un valor que marca diferencias, un tesoro para el club. Es tan normal, tan discreto, que salió del campo con el balón bajo el brazo que acreditaba su 46 hat trick sin ostentaciones.

En un momento que el equipo atraviesa una crisis de juego, el entrenador no encuentra el once ideal y los socios se aburren mas de la cuenta, Messi salva los muebles  con resultados que permiten mantenerse en el liderato de la Liga. Pero que nadie se equivoque, así no se puede continuar, el ‘10’ puede ganar él solo cinco o seis partidos en una temporada, pero el fútbol es un juego de equipo y al final son las plantillas las que ganan títulos.

Es difícil de entender cómo el Barça en un mismo partido puede mostrar dos caras tan distintas. Los primeros veinte minutos, el Celta del debutante Òscar parecía el Barça. Dominaba el balón, presionaba muy arriba, trenzaba buenas jugadas y tenía al rival desconcertado.

Caras distintas

Sergi Roberto intentaba jugar de Busquets, De Jong andaba perdido en el centro del campo, Messi no entendía lo que pasaba, Griezmann no estaba y Ansu Fati andaba perdidoTras el descanso el panorama cambio, fue el Barça quien presionó, aumentó su ritmo de juego y mejoró su actitud. Consecuencia de ello es que la clase se impuso y el Celta quedó anulado. Repiten un partido así en una eliminatoria de Champions y se puede repetir un disgusto similar a lo sucedido en Roma o Liverpool.

Llevamos demasiado tiempo viviendo de San Messi. El liderato de la Liga no puede tapar la impotencia del equipo sobre todo en campo contrario. El 4-1 del sábado vuelve a ser un resultado engañoso. Frente a uno de los colistas, el Barça solo pudo ganar por los goles de Messi.

Es necesario y urgente subir el nivel físico del equipo, que sea capaz de presionar a los rivales los noventa minutos. Valverde tiene que ser más valiente en los planteamientos tácticos. De lo contrario, sus rivales ya conocen sus puntos débiles y le superan por estrategia.