Con G de Guedes

Después de pagar 40 millones al jeque por su fichaje, muchos pensaron que la inversión del Valencia no estaba justificada

Guedes celebró uno de sus tantos encarándose con la grada

Guedes celebró uno de sus tantos encarándose con la grada / EFE

Rubén Uría

Rubén Uría

Alirón al caer. Al Barça le salen las cuentas. Puede ser campeón el miércoles o el sábado. Y lo va a ser por su aplastante regularidad: de los días “D” se ocupa de Messi de las horas “H” aparece Suárez y si la inspiración no alcanza, la tarea es cosa de los actores secundarios. La Real quedó sin premio gracias a los goles de dos defensas, Lenglet y Alba, para dejar a buen recaudo una Liga teñida de azulgrana. Y es que, más allá del universo Messi y el cosmos de Suárez, Piqué o Ter Stegen, está la fuerza de un equipo que no se toma días libres. Lenglet y Alba son los ejemplos de un equipo que tiene una solución para cada problema. Sólo el Ajax y este Barça aspiran al “triplete” europeo. 

Con G de Guedes. Después de pagar 40 millones al jeque por su fichaje, muchos pensaron que la inversión del Valencia no estaba justificada. El chico se lesionó y algunos profetas lo enterraron. Marcelino lo recuperó para la causa, le esperó y el cohete luso está respondiendo donde mejor habla: en el campo. Vertical, potente y un trueno a la contra, Guedes está rompiendo en lo que se le adivinaba: es un proyecto de crack. Se echó al Valencia a la espalda y entre gritos de “Setién, vete ya”, decidió arrasar el Villamarín con dos goles escritos con G, de Guedes. 

Karim, el predicador. El francés sigue predicando en la tortuosa travesía del desierto que está atravesando el Madrid en una temporada catastrófica. Benzema ha facturado los últimos ocho tantos del Madrid, es el líder del equipo y sostiene el orgullo de un club en horas bajas. El “gato” se comió a “los leones”, Benzema anotó un “hat-trick”, se llevó el balón a casa y dejó retratados a los que se pasan la vida retratando a los demás: los que decían que no valía para ser el nueve del equipo y le querían poner en la frontera son los mimos que hoy aplauden. Ante el Athletic, Benzema recitó su Biblia. Palabra de nueve y medio.