Con espíritu de campeón

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Rubén Uría

Rubén Uría

Ronald Koeman repitió once y la cosa funcionó. Messi lideró toda la noche, Coutinho repartió confianza, Piqué fue un titán en la cobertura, Neto paró cuando debía hacerlo y cuando el equipo se quedó con uno menos por la expulsión de Lenglet – que se va a la calle con demasiada frecuencia-, el Barça mostró las cualidades de un equipo maduro: resistencia a la adversidad, carácter, inteligencia y fútbol. De propina, lo de Anssumane Fati, el niño gol de Marinaleda.

Ve la portería como una piscina olímpica.y tiene el don divino de los elegidos, el gol. El Barça está enfermo en los despachos, pero está sano en el césped. Queda un mundo por delante, pero en Balaídos, el Barça encontró el buen camino y ganó con la actitud y el espíritu que suelen adornar a los equipos campeones.

Courtois y diez más. El Madrid sigue la tónica de la pasada temporada: gana, pero no enamora. Y gana gracias a un mantra tan indiscutible como repetitivo. Su mejor hombre en los últimos tiempos, Ramos al margen, es el portero. De aquí a Lima. Él frenó al Valladolid, logró que los puntos se quedasen en casa y que Zidane respirase aliviado tras un partido donde Sergio González le sacó los colores. Información, no opinión: Desde el parón por coronavirus, el belga es el portero con mejor porcentaje de paradas y con menos goles encajados de las grandes ligas europeas. Ahora mismo, el Madrid es Courtois y diez más.

De villano a héroe. El fútbol es el mejor relato de la vida y sus caprichos son inescrutables. Sólo así se entiende que un delantero pase de villano a héroe en una fracción de segundo. Ese fue el caso de En Nesyri, delantero del Sevilla. Antes de su cabezazo en el alargue ante el Levante, coleccionaba faltas de respeto y trato de desecho de tienta. Después de su frentazo salvador, colecciona elogios y parabienes. En el fútbol, como en la vida, éxito y fracaso son impostores que hay que tratar con cierta indiferencia. En caso de duda, pregunten a En Nesyri.