Con Cruyff esto no hubiese pasado

Neymar, cerca del PSG

Neymar, cerca del PSG / Twitter

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Ya pueden darlo por hecho. Neymar se va. No hay vuelta de hoja. Estamos en la cuenta atrás de una decisión dolorosa en lo deportivo pero interesante a nivel económico. La estrella brasileña quiere volar solo, está cansado de vivir bajo la alargada sombra de Messi. El escandaloso  e intolerable silencio del brasileño la última semana no es caprichoso. Responde al interés del padre, que tiene pendiente de cobro una comisión de 26 millones por la renovación (2017-2021) que firmaron hace un año y que vence el próximo 31 de julio. A partir de agosto hablará.

Ya conocemos el final del culebrón del verano. Neymar deja plantado al Barça y se marcha al PSG. Allí será el líder del equipo y le pagarán el doble que aquí. Fracasó el club con su estrategia de paños calientes y buenas palabras. De nada sirvieron los consejos de Messi y compañía. Los petrodólares de Catar son imbatibles. 30 millones por temporada limpios de polvo y paja, 150 en cinco años, al margen de contratos publicitarios de oro en los países árabes. Al padre le dejarán 50 millones en un paraíso fiscal para que no se aburra. Está claro que en el cambio los intereses económicos eclipsan los deportivos. El PSG tiene peor equipo, pero más cartera.

Atrás queda un mes en el que hemos pasado del blanco al negro. SPORT levantó la liebre cuando la experiencia profesional de Albert Masnou desveló que Neymar no estaba a gusto. La primera reacción del club fue desmentirlo y no darle importancia. Craso error. El vicepresidente Mestre se cubrió de gloria cuando dijo: “No se irá este verano al 200%”. Robert Fernández tampoco fue muy listo cuando manifestó: “Ningún club del mundo va a pagar la cláusula”. Después, en la gira americana, intentaron arreglarlo pero llegaron tarde. El jugador había dado el OK al PSG y el presidente Nasser Al-Khelaïfi tenía autorización de Catar para pagar la cláusula de 222 millones. Estamos ahora en la tercera y última fase. El Barça da por perdido el caso, desea que la operación se cierre cuanto antes y comienza a buscar sustitutos en el mercado.

Con Cruyff todo esto no hubiese pasado.  Un jugador, por muy famoso que sea, no puede tener en jaque a todo un club. Ha tomado el pelo a los socios, ha convertido la gira americana en una polémica personal.  Había que sentarle en una mesa y aclarar la situación. ¿Te vas o te quedas? Nadie en el Barça ha sido capaz de ello. Ni el presidente ni su amplio staff.  Ha faltado un tipo con la personalidad y prestigio de Cruyff para pararle los pies y no consentir un silencio nefasto para la imagen del club. Y no será por falta de ejecutivos. Ni Jordi Mestre (vicepresidente encargado del área deportiva), ni Albert Soler (director de deportes profesionales), ni Pep Segura (mánager general), ni Robert Fernández (secretario técnico), ni Raúl Sanllehí (director de  fútbol), ni Ernesto Valverde (entrenador) han sido capaces de arreglar el conflicto. No será por cargos y sueldos. Si el fichaje de Neymar ya fue motivo de polémica y disputa judicial, la operación salida lleva camino también de ser complicada. Queda mucho por negociar.