Como siempre, ya vamos tarde y mal

La Organización Mundial de la Salud ya ha declarado que el coronavirus se ha convertido en una pandemia global. A partir de aquí, ya no caben dudas ni interpretaciones. Estamos ante una situación de emergencia sanitaria grave y ante estas situaciones hay que actuar con diligencia, contundencia y un solo objetivo común: salvaguardar la salud de las personas. En lo que a grandes concentraciones de personas se refiere, hasta ahora se han ido adoptando prevenciones estadísticas: que si más de mil personas, que si solo los que vengan de este o de aquel país...

El deporte ha ido también ha ido pasito a pasito. En España todavía estamos mareando la perdiz y en Europa, la UEFA ya ha permitido que la Champions salga tocada. El martes, el Eibar ya salió perjudicado y en la Champions el Valencia y el PSG jugaron en inferioridad de condiciones respecto a sus rivales. Veremos qué pasa con el Barça-Nápoles y los partidos de la próxima semana. Lo más sensato es que se suspendan, pero los octavos de final ya no habrán sido justos. Es lo que tiene decidir tarde y mal. Como siempre, por otra parte. 

Riesgo Cero. La petición de suspensión de la Liga ya es un clamor por parte de todos los estamentos. Jugar a puerta cerrada pone en peligro a muchas personas, jugadores, árbitros, entrenadores, auxiliares, médicos, personal de organización... que han de viajar y exponerse a situaciones de riesgo. No tiene ningún sentido ni humanitaria ni deportivamente.

Los jugadores se sienten utilizados, nadie les ha pedido su opinión. No quieren jugar y personalmente entendería a aquellos que se negaran a jugar en estas condiciones. Cuando hablamos de pandemia, el riesgo ha de ser cero.

¡CERO! para TODOS. Del primero al último. No del 1001 en adelante. Todo lo que no sea suspender sería una inmoralidad. Y si hay pérdidas económicas, se asumen o se buscan soluciones con tranquilidad. Hay fórmulas: suspender la Eurocopa, la primera Eurocopa multisedes, para más riesgos, y así disponer de fechas extras. Solo se necesita voluntad para anteponer la salud a los intereses económicos, así de claro.