¿Cómo queremos ser informados?

Paulinho, durante una acción del partido FC Barcelona - Olympiacos

Paulinho, durante una acción del partido FC Barcelona - Olympiacos / sport

Carles Sans

Carles Sans

A TODOS NOS GUSTA estar informados, pero tendríamos que preguntarnos: ¿De qué manera nos gusta que nos informen? Me explico. La información es la narración de un suceso observado o investigado por otra persona con formación periodística. Para que nos resulte creíble debemos de tener confianza en ella o en el medio por el que trabaja. Debemos sentir que nos lo cuenta siendo fiel, ecuánime y sin añadir elementos que distorsionen la realidad. Parece lógico y razonable que la información sea ofrecida en estado puro, sin pasar por ningún filtro ni subjetividad que deforme los hechos. Todos sabemos que este principio básico no siempre se cumple en el periodismo. Si hablamos de rigurosidad hay medios mejores que otros. Los llamados mass-media dependen de factores que van más allá de lo meramente objetivo, y en ocasiones han de bascular hacia los intereses de sus consumidores. No nos olvidemos que hablamos de empresas cuyos trabajadores viven del éxito de sus publicaciones, y este éxito depende de que la visión de una noticia “sea del agrado” de sus lectores, porque de lo contrario dejarán de leerlos o de verlos. Los espectadores o los lectores saben que la noticia es la que es, pero la opinión de quien se la cuenta es lo importante. Me decía un antiguo director de un diario deportivo que el día en que las portadas eran demasiado críticas con el equipo el aficionado entendía que dicho periódico iba en contra del club, lo que hacía bajar las ventas; por el contrario, si no criticaba, se le tachaba de complaciente. Contentar al lector no es cosa fácil. Tal vez por eso existe esa diversidad de periódicos para contar una misma noticia. Eso demuestra que el éxito de un medio depende de cómo se cuente y para quién. Ya se sabe que el ser humano es capaz de ver una misma cosa de diferente manera en función de la realidad que quiera ver. Ese es el principio por el que se rige la mayoría de los medios que sobreviven. El lector lo sabe y además parece que no le importa.