Y tú ¿cómo andas de fe?

Leo Messi fue tratado tres años con la hormona del crecimiento

Leo Messi fue tratado tres años con la hormona del crecimiento / VALENTÍ ENRICH

Carme Barceló

Carme Barceló

Me lo pregunta el mismo que hace semanas veía como un milagro remontar el 4-0 ante el PSG pero se agarraba a la calidad indiscutible de la MSN en particular y de un equipo campeón en general, a un rival al que era imposible que le saliera otro partido mejor en la vida y a esa confianza inquebrantable del joven que ha crecido mamando el ADN del mejor Barça de la historia. A mí me pilla más mayor y con la ‘escalerona’ de Luis Enrique subida y bajada unas cuantas veces. Lástima que no me pueda permitir su mismo año sabático. Me iría la mar de bien para revisarme algunos conceptos tácticos.

De fe ando normal. Me cuesta aplicarla a la realidad deportiva excepto como recurso literario. Los milagros existen, sí, pero tampoco hay que abusar. Estamos en Semana Santa. Pasión, muerte y resurrección. Venimos de la locura del 6-1, han muerto muchas ilusiones con el 3-0 y aquí estamos, poniéndole al mal tiempo buena cara para que resuciten las esperanzas y nos creamos que podemos fotocopiar la remontada ante el PSG. Estoy en ello. Posible es. Visto lo visto y vivido lo vivido, hay que creer. Pero cuesta más que antes y la autocrítica me pone los pies en el suelo.

El barcelonismo ya lleva días viviendo su particular Triduo Pascual. Una temporada irregular, un Guadiana de decepciones, alegrías, aciertos y desconciertos que tienen agotada a la afición. Cada partido destapa lo tapado tres encuentros antes o una nueva vía táctica que nos lleva o al éxtasis o a la depresión. Vivimos la antítesis del orden y el ritmo pausado de una procesión entre la excelencia y el caos. Penitentes de primer nivel mezclados con una segunda línea que no sigue el paso. Y así hemos llegado a esta santa semana, con varios días D de los no se salva ninguno y una enorme sensación de agotamiento coral. Cuando tiras de la épica como solución acaba retratando tu día a día y, en definitiva, tu realidad.

Y tú ¿como andas de fe? Si la tienes mira de potenciarla, dale lustre y súbela al carro. Que muchos ya se han bajado y se necesita a gente creyente como tú. De fútbol ya hablamos otro día.