El colapso blanco no es culpa de Lopetegui sino de Florentino

El Deportivo Alavés se encuentra actualmente clasificado para la Europa League

El Deportivo Alavés se encuentra actualmente clasificado para la Europa League / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

El Real Madrid se descompone a toda velocidad, y la enfermedad que lo carcome amenaza de arruinar su temporada en un tiempo récord. Lo grave de la crisis profunda del Madrid es que avanza a pesar de que el diagnóstico no tiene ningún misterio: el equipo blanco se ha vuelto estéril e inane ante la portería rival, y acumula ya la monstruosa cifra de 409 minutos seguidos sin marcar un gol, un dato más propio del colista que de un tricampeón de la Champions. Cierto, el equipo de Lopetegui tiene graves problemas en defensa y una visible dificultad para entender qué quiere su entrenador, pero su colapso viene esencialmente de una falta de gol que roza lo patético.

La sensación que da ahora mismo es que estaría jugando tres horas seguidas contra cualquiera y no aparecería nadie para meter la pelota dentro. Por ese motivo es demasiado fácil culpar a Lopetegui cuando en realidad la responsabilidad es únicamente de quien dejó marchar a Cristiano (que garantizaba casi 50 goles por temporada) y no ha sido capaz de traer a nadie para tapar el enorme hueco que dejó el portugués. Los rifles ya apuntaban ayer al técnico basco pero el culpable se llama Florentino a pesar de que casi nunca sea el señalado.

Ya se sabe que en el Real Madrid el secretario técnico y el presidente son la misma persona, y por lo tanto cuando hay un error de planificación de estas dimensiones se puede hacer casi heroico intentar disimular la cuota de responsabilidad presidencial en esta crisis galopante. Un presidente, por cierto, al que se le marchó por sorpresa el entrenador que le había ganado tres Champions sin ni siquiera preveerlo, y que para corregir este batacazo tuvo que entrar en la Roja como un elefante en una cacharrería, con las consecuencias deportivas que ya vimos en Rusia. El caos blanco puede descontrolarse todavía más si el Barça hace sus deberes en Mestalla y convierte la pausa de selecciones en un infierno insoportable para su eterno rival.