Cocinando la salida

Menotti se mostró sorprendido por la situación de Messi en el Barcelona

Menotti se mostró sorprendido por la situación de Messi en el Barcelona / EFE

Carme Barceló

Carme Barceló

Que Messi no hay más que uno lo sabemos. Y padre, también. Si unimos las dos variables, el resultado se llama Jorge y ayer se vio cara a cara con el presidente del Barça para defender los intereses de su hijo sin aparatos de por medio. Tras digerir una ‘focaccia’, un plato de rigatoni con parmesano y un encuentro previo con sus letrados, el progenitor de Leo escuchó de viva voz lo que ya sabía: que no se negocia su salida.

Ocho días después de la llegada de ese burofax que pasará a la historia, el barcelonismo vivía pendiente del vuelo transoceánico de Jorge Messi y de su reunión con Josep Maria Bartomeu a la par que acumulaba desasosiego, tristeza, estupefacción y enfado a partes iguales.

El paso de las horas ha ido minando la moral de la tropa culé, que aún no se ha recuperado del corte de digestión que supuso la noticia y sigue esperando escuchar a su capitán. Hay silencios que suman y otros que restan. Esto es así.

El padre de Leo puso voz al burofax y Bartomeu, la música. O el himno del Barça. O lo que es lo mismo: que no está a la venta el jugador que es el puntal del proyecto deportivo de Koeman, que es una pieza fundamental en el equipo, que no hay negociación posible y que le esperan con los brazos abiertos en los entrenamientos.

Que es el chef de esta cocina y no quieren prescindir de sus estrellas. Pero la distancia entre las partes es tan grande como la que Messi siente hacia el Barça como lugar de trabajo.

Hace una semana que no se ve como jugador azulgrana. Está fuera. Lo tiene clarísimo. Su padre, sus letrados, el presidente y los suyos mantienen inamovibles sus posturas pero la suya es la única que cuenta para él. No quiere volver. Ha apagado el fuego.

Aunque siga en el chat de grupo del equipo, como desveló De Jong, está desconectado. Leo ya se ha ido. Y lo ha hecho sin decir adiós. Cada hora que pasa, este plato sabe peor. A desencanto. Al dolor que supone ver como la mejor delicatessen de la historia del fútbol puede acabar recalentándose en un microondas. Cocinar bien la salida es responsabilidad de todos. Que no se les queme, señores.