¿El fin de los club-estado?

Al-Khelaïfi habló sobre los modelos de negocio en el mundo del fútbol

Al-Khelaïfi habló sobre los modelos de negocio en el mundo del fútbol / AFP

Marc Menchén

Marc Menchén

Ningún aficionado salió este jueves a festejarlo. Y, sin embargo, probablemente esta semana se ha aprobado una de las reformas más ambiciosas en cuanto a la sostenibilidad económica del fútbol europeo. Hasta el punto de que LaLiga, normalmente beligerante con Uefa en esto, ha aplaudido el paquete de reformas, que amenaza con dejar en dique seco a los clubes-Estado, el negocio que tienen montado muchos agentes y a los que vivían del trueque.

Como sucede con cualquier legislación, la norma y el poder ejecutivo siempre suele ir un paso por detrás de la realidad, especialmente cuando hay especialistas en encontrar resquicios legales para poder sortear determinadas restricciones. Y eso es lo que le ha pasado a la Uefa, que con su fairplay financiero nunca previó que un club controlado por un país encontraría vías alternativas para gastar más de lo que realmente generaba sin incurrir en pérdidas, que es lo que separaba entre cumplidores e incumplidores.

¿Cuál era el problema? Con emiratos como Qatar, dueño del PSG, y Abu Dhabi, al frente del Manchester City, la Uefa tenía casi imposible probar que había una clara vinculación entre muchos de los patrocinadores y el propio club. Por ende, no podía entrar a cuestionar los importes que venían cobrando de compañías a las que se podría cuestionar su interés por aparecer en la Premier o la Champions League. Ahora sí, todo patrocinio, sea de quien sea, se analizará si es a precio de mercado y tiene sentido. Primer hachazo a quienes dispararon su masa salarial con inyecciones de capital que se camuflaban como ingreso.

Y aquí viene el otro punto importante. Tras meses hablándose sobre la introducción de impuestos de lujo, finalmente se ha optado por una estrategia muy acertada. La recomendación de limitar el gasto en plantilla deportiva al 70% ahora pasará a ser una obligación.

¿Esto que quiere decir? Que un club no podrá pagar salarios, amortizaciones de fichajes y -¡ojo!- compromisos con agentes si eso supera un 70% de toda la facturación. Esta medida se aplicará de forma transitoria hasta 2025-2026, pues hoy casi el 90% de los clubes incumpliría por la pandemia, pero es la mejor noticia que podían recibir los equipos que hace años vieron como estados, multimillonarios y fondos de inversión alteraban la normalidad.

¿Seguirá habiendo incumplidores? Quizás sí, pero la UEFA ha advertido que las sanciones son como nunca antes se vio. Los primeros dos años serán fuertes penalizaciones, pero también se prohibirá la alineación de fichajes que rompen esquemas, se limitarán fichas y se deducirán puntos. Y algo que aún está en discusión: descensos de categoría. Sí, el cambio ha llegado.

El 'club-estado' del baloncesto español

Evidentemente poco o nada tienen que ver con la dimensión que han adquirido PSG y City, pero en el seno de la asamblea de la ACB existe cierto malestar desde hace años con algunos clubes que reciben importantes aportaciones económicas públicas que apuntalan su competitividad. El último ejemplo es el del CB Gran Canaria, en manos del Cabildo porque no acaban de dar con un inversor que quiera tomar el control del equipo de baloncesto.

Y es normal que cualquiera se lo piense. El club recibió una inyección de 5 millones de euros en 2021 por parte de la Administración, que anualmente aporta una subvención de 3,2 millones de euros. Es decir, que más de un tercio depende de que los políticos mantengan a futuro que el club es una palanca de promoción turística más. Demasiado riesgo en un sector en el que pasar de ACB a LEB Oro es un riesgo que asusta a cualquiera.

Casos como este no hay tantos en ACB, si bien hay administraciones que se han mostrado más dispuestas a apoyar a sus equipos por la visibilidad que dan a municipios y la actividad económica que generan. Pero claro, esto va por barrios, y los equipos con ayuntamientos menos sport friendly lo sufren. Y un descenso vale más que la subvención.