Clases de repaso

Sergio Busquets, en el Barça - Granada

Sergio Busquets, en el Barça - Granada / VALENTÍ ENRICH

Xavi Torres

Xavi Torres

Pónganle, por favor, música a este párrafo. Música celestial. Vamos allá. Se trata de ganar, por supuesto, porque estamos hablando de fútbol profesional, pero para hacerlo  Quique Setién hace mucho tiempo que decidió cómo. Fue siempre fiel a sus ideas a pesar de entrenar equipos humildes con poca tradición en el riesgo. Propuso la posesión y, por ejemplo, la salida desde atrás con prohibición para el pelotazo en equipos poco dotados como el Poli Ejido o el Logroñés.

Fue despedido antes de hora. Siguió con lo suyo en el Lugo y, ya en Primera, con la UD Las Palmas y el Betis, con suerte dispar. Sin embargo, tal fidelidad al cruyffismo le ha acabado regalando la alegría de su vida. Setién se sentó en el banquillo del Camp Nou y dirigió al Barça. Victoria vital. Su sueño, hecho realidad. Una bonita historia que da la razón a los que prefieren ir por la vida defendiendo sus ideas con firmeza. Punto y final al párrafo. Chin pum. Y a la música. Volvamos a la dura realidad.

Setién comprobó el domingo, ante el Granada, que a su equipo le queda mucho camino por recorrer. No hay duda de que desde su fundamentalismo cruyffista se ha encontrado con un gran inconveniente: entre él y Pep Guardiola, su otra gran referencia, han pasado muchas cosas. Tras el desgraciado año de Tito llegó el del Tata y, tras él, Luis Enrique y Valverde.

La inercia del trabajo bien hecho, algunos matices de los entrenadores y, por supuesto, Leo Messi, consiguieron sumar muchos títulos y, también, algunos fracasos que han acabado por imponer la necesidad de regresar a los orígenes. Curioso trayecto vital del club, sobre todo, porque los mismos que hicieron todo lo posible por borrar algunas personas y períodos de la historia azulgrana -curiosamente, los más exitosos- tratan ahora, desde la desesperación, de resucitarlos. 

Como destruir es mucho más fácil que construir y como la realidad ha dejado en mal lugar a todos los que han hablado en estos últimos tiempos de una supuesta evolución del método, a Quique le va a tocar dar clases de repaso con urgencia. A los históricos de la casa les va a ser sencillo conectarse con la realidad de Setién pero los fichajes van a tener que ponerse las pilas. Mantener posesiones como ante el Granada genera pánico en los rivales, que se cierran en su área con mucho orden y acumulación de jugadores.

Se exige, con balón, un buen juego de posición y profundidad y, sin él, agresividad para recuperar y sorprender. Anteayer fue mejorable lo primero -tener el balón sin crear ocasiones no sirve para nada- y apuntó maneras lo segundo, con gol incluido, como en los viejos tiempos, tras una recuperación post-pérdida. Recuperar y enseñar conceptos tan complejos va a llevar su tiempo. No es extraño que, en su primer partido, Setién confiara en Ansu Fati, Riqui Puig y Carles Pérez. A ellos, hay cosas que no hace falta explicarles...