El cisne no puede irse del Camp Nou

Tras el fiasco impresentable del domingo -Qatar y Ecuador perpetraron el peor partido inaugural que recuerdo en una Copa del Mundo-, la segunda jornada repuntó ayer con el Senegal-Países Bajos, ya a la altura de lo que debe ser una fase final.

En el foco, la primera aparición de Frenkie de Jong, el mejor centrocampista de Europa en 2019. El aliciente era lo suficientemente gordo como para sentarse ante el televisor y ver si el elegante mediocentro azulgrana sacaba a pasear el cisne que lleva dentro y trataba de empujar a la selección de Van Gaal hacia su primer triunfo. Y vaya si se paseó el cisne.

Mandó, transitó al galope más de una vez y asistió con música a Gakpo para abrir la lata. 2-0 y primer paso hacia los octavos. En su hábitat, Frenkie es mariscal. Juega la vieja Holanda a lo que él quiere, cómo y cuándo quiere. Un estatus que, hasta ahora, jamás consiguió en el Barça, pese a terminar como un avión antes del paréntesis.

En medio del debate sobre su encaje en el proyecto de Xavi, le sobrevino en verano la incomodidad del club con su contrato, casi inasumible para la entidad. Se sabe que el Barça, por un asunto en su mayor parte de fairplay, barajó su traspaso durante varios meses. Si el futbolista hubiera remado a favor estaría ahora en la Premier. Y tal vez, Bernardo Silva en el Camp Nou. Eso es así.

Otra cosa es dilucidar quién apretó más o menos para que esto sucediera. Como defiende Enric Masip, Laporta siempre prefirió la continuidad de Frenkie; pero en plena incertidumbre con respecto a las palancas, el club filtró que De Jong o reducía su salario o debía salir para acometer varias inscripciones.

A Xavi le cuadraba todo. Si se quedaba Frenkie, bien. Si venía Bernardo, mejor. Han pasado los días y hay que empezar a pensar ya en lo que el Barça necesita de verdad. Yo creo que FDJ no puede irse. Al menos, este Frenkie, el que estamos viendo, jamás. Deben arreglarlo. El club y De Jong. Están tardando.