Cinco lecciones de una dimisión anunciada

Bartomeu dimite como presidente del Barça (ES)

Bartomeu dimite como presidente del Barça

Ernest Folch

Ernest Folch

Bartomeu no se va por culpa de la Generalitat, a pesar de que el Govern disimuló muy mal su voluntad de acorralarle y le dio la puntilla final. El único complot de verdad fueron 20.000 papeletas, consecuencia de un malestar profundo que el actual presidente y su desastroso entorno nunca quisieron entender. Una crisis institucional profunda que nos deja al menos cinco lecciones de cara al futuro.

1 El Barça es un club democrático: quien no lo entienda, se va

Los socios han demostrado que todavía tienen capacidad para fiscalizar la gestión de un club global y que factura 800 millones. El éxito de la moción de censura, que ni siquiera empañó la turbia denuncia a la Guardia Civil, es una gran lección para todos, también para los que vendrán: el que se encierre en una burbuja, como Bartomeu estos últimos meses, y no sepa leer el cabreo de la masa social, puede irse para casa en el momento más impensado. A eso se le llama democracia.

2 Cuidar a los jugadores, pero también exigirles

Bartomeu nunca entendió a los jugadores, a los que primero agasajó con renovaciones excesivas (pensando que así los controlaría) y luego intentó quitarles, tarde y mal, los privilegios que él mismo les había concedido. Él dirá que logró que Messi se quedara, pero fue por la fuerza, sin ninguna comunicación, y comprometiendo la futura relación del club con el mejor jugador de la historia. En realidad falló en lo esencial: ni supo cuidar a sus estrellas, ni supo darles un proyecto estable y convincente, ni supo tampoco ser exigente con ellas cuando debía.

3 Que el rencor no gane las elecciones

El barcelonismo está ya un poco harto de que la gestión de unos se haga siempre contra los que han venido antes. Se ha acusado con razón a Sandro Rosell de iniciar su mandato como un ejercicio de revancha, que desembocó en aquella triste Asamblea por la acción de responsabilidad, causa de conflictos innecesarios y de muchos males que han venido después. La junta de Bartomeu lo enmendó en parte, con un sano ejercicio de aproximación a Cruyff y huyendo de viejos sectarismos. Sería deseable que los que entren lo hagan esta vez con el propósito de sumar y no de destruir lo que ha hecho la junta anterior.

4 Un Barça independiente y socialmente fuerte

Uno de los grandes activos de Bartomeu ha sido mantener al Barça alejado de cualquier presión política, incluso en los momentos más críticos del ‘procés’. El presidente supo posicionar al club sin caer nunca en ningún sectarismo, algo que quizás explica por qué el poder político le dio el último empujón. Esta independencia se ha combinado, y se ha fortalecido, con infinidad de acciones de la Fundació que de la mano de Jordi Cardoner ha dado una nueva dimensión social a la marca Barça. Estaría bien que los que vengan tengan claros estos dos vectores esenciales.

5 Mandatos de cuatro años y avales perversos

Sería bueno que, antes de empezar la contienda electoral, los precandidatos consensuaran entre todos rebajar los mandatos de 6 a 4 años. La agonía final de Bartomeu tiene también que ver con unos mandatos excesivamente largos: por algo cualquier democracia homologada va a las urnas cada cuatro años. También damos por sentado que los avales son positivos, pero la experiencia demuestra que se han convertido en un factor condicionador de la directiva, además de ser un filtro social y elitista difícilmente compatible con la democracia: ¿ha sido peor el remedio que la enfermedad?