Chasco y victoria

La Copa debe ser una cataplasma, el paliativo que alivie la herida que dejó la Champions

Messi se hunde en Anfield

Messi fue la viva estampa de la impotencia en Anfield / Valentí Enrich

Carles Sans

Carles Sans

El chasco de la Champions me recordó a un triste episodio de mi infancia en el que en el día de Reyes esperaba que me trajeran una batería de las de tocar de verdad.

Supuestamente me la dejaban en casa de unos tíos míos. Después de abrir muchos y estupendos regalos en casa de mis padres, nos fuimos a la de mis tíos donde me esperaba, ahí viene el disgusto, una mini batería de cartón y papel que era una auténtica birria. Ningún regalo me hizo olvidar el disgusto de la batería.

Lo de la Champions de este año es la batería de aquel decepcionante día de Reyes. Hubo muy buenos regalos, pero ninguno me importaba ya tanto como el de la añorada batería.

Que toca levantar el ánimo después de la bofetada de Anfield, se sabe y se va asumiendo, unos con más convicción y otros, los más deprimidos, con escaso entusiasmo.

Ya sabemos los culés que nuestra afición es de variado temperamento y mientras algunos se han olvidado ya de lo de Liverpool -pocos-, otros no lo perdonan y se han quedado con las ganas de que rodase alguna cabeza. En can Barça esa visceral tradición de hacer pagar las decepciones no son habituales, mientras en casa de Florentino Pérez los entrenadores van pasando, colleja tras colleja, en fila india.

Aquí se ponderan los pros y los contras y se actúa cuando toca. Ernesto Valverde no merece ser la cabeza de turco del batacazo habido. Son los jugadores los que no estuvieron a la altura aquella noche de infausto recuerdo. Pero también es justo recordar que esta misma plantilla ha culminado un campeonato de Liga para enmarcar.

Son los indiscutibles campeones gracias a una campaña, con o sin estilo Barça, inmejorable. Ahora la Copa del Rey ha de actuar de cataplasma, el paliativo que nos alivie esa  herida que todavía muchos lamemos.

Hay que ir a por todas, y para eso hay que animar al equipo y no dejar que un Valencia con la autoestima alta nos trunque la que sería la quinta copa consecutiva. El sábado, si ganamos, hemos de aplaudir al equipo por la excelente temporada que nos habrá brindado, y si no, a su tiempo, la junta dirá.