Champions: cuatro partidos para un sueño

Quique Setién deberá cambiar mucho al equipo para aspirar a ganar la Champions

Quique Setién deberá cambiar mucho al equipo para aspirar a ganar la Champions / afp

Lluís Mascaró

El Barça está a cuatro victorias de la Champions. Dicho así, suena bien. Muy bien. Los blaugranas se enfrentan el sábado al Nápoles (en el Camp Nou si la situación de la pandemia no empeora en los próximos días) en el partido de vuelta de los octavos de final, con un buen resultado de la ida (1-1). De superar a los italianos, tendrían que afrontar los duelos a partido único de cuartos de final, semifinales y final en Lisboa. No se antojaría una misión imposible con un Barça en condiciones normales.

Pero el problema es que este Barça está muy lejos de su mejor versión. No hablo, por supuesto, del insuperable Barça de Guardiola. Ni siquiera del Barça que logró el triplete con Luis Enrique. Este Barça está lejos, incluso, del Barça más humano de Valverde. Y ahí radica la dificultad de la gesta. Hemos visto como el Barça de Quique Setién fracasaba en la Copa y fracasaba, aún más, en la Liga. Y lo hacía ofreciendo un penoso espectáculo futbolístico, siendo superado ampliamente por rivales que distan mucho de tener el potencial de los aspirantes a conquistar la Champions. 

El Barça de Setién solo ha ganado el 65 por ciento de los partidos disputados (15 de 23), un porcentaje muy bajo para un candidato a campeón. Y ha sufrido cuatro derrotas (Athletic, en la Copa, que significó el KO, y Valencia, Madrid y Osasuna, en la Liga) que le han dejado sin títulos. ¿Por qué hay que confiar en que la situación cambie en Europa? No hay ningún signo de mejora más allá de las buenas palabras del entrenador. Porque hasta el propio Messi no ha parado de repetir que jugando así no se va a ganar nada.

Pero hay que mantener la fe en una transformación milagrosa. Los jugadores del Barça son mucho mejores de lo que han demostrado esta temporada. Todavía están a tiempo de dar el ‘sorpasso’. La Champions sería el mejor bálsamo después de un año para olvidar y la mejor manera de afrontar la imprescindible revolución de la plantilla. Soñar es gratis...