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El 'caso Alves' y el Barça

Dani Alves

Dani Alves / SPORT.es

Ernest Folch

Ernest Folch

Dani Alves ya no es jugador del Barça, pero como si lo fuera. Tuvo contrato en vigor hasta el pasado 30 de junio y ha sido uno de los cinco grandes futbolistas de la última década del club blaugrana. No es una relación casual ni circunstancial. De ahí que, aunque sea un asunto incómodo y muy delicado, el Barça no puede mirar hacia otro lado con la entrada en prisión del futbolista por presunta violación de una mujer el pasado 30 de diciembre en la discoteca Sutton.

De momento, la táctica ha sido tan previsible como desafortunada: pasarle el marrón a Xavi y dejar que el entrenador del Barça sea la única voz del club en pronunciarse en público sobre la presunta escabrosa agresión. El resultado es que Xavi improvisó la respuesta, se equivocó no mencionando a la víctima y en sus ansias por enmendar el primer error cometió el segundo desliz de obviar la presunción de inocencia.

El entrenador del Barça fue de un extremo a otro, vendido ante los microfónos, sin cobertura institucional. Porque lo grave no es que Xavi se haya equivocado (todos nos podemos equivocar) sino que su voz haya sido la única que hemos escuchado. Mientras tanto, el club hace como si la cosa no fuera con él, y todavía no sabemos qué piensan del asunto ni los directivos ni el presidente, ni siquiera a través de un simple comunicado.

Porque mientras el linchado era Xavi, lo que de verdad ha llamado la atención es que el club se ha puesto de perfil. Como ya sucedió con la primera declaración del entrenador, se percibe en la institución una clara incomodidad, que tiene que ver con el hecho que Alves ha sido y es amigo de mucha gente del club.

Sin embargo, el Barça tiene que entender que, a pesar de las relaciones personales que puedan existir, está en la obligación de posicionarse públicamente y sin matices a favor de las víctimas sin renunciar por ello a respetar al presunción de inocencia

Y tiene que entender que el 'caso Alves' es de hecho una oportunidad única para que el Barça lidere un cambio de discurso en el que los jugadores ya no pueden sentirse impunes por el hecho de ser hombres y ricos, y que en un mundo como el del fútbol todavía muy machista el club blaugrana debe abanderar un posicionamiento inequívocamente solidario con las víctimas. De paso, por cierto, es necesario que los mensajes de club deje de darlos el entrenador del primer equipo.