Carta de amor a Messi

Lionel Messi marcó dos goles ante el Tottenham en la Champions League

Lionel Messi marcó dos goles ante el Tottenham en la Champions League. (EFE) / sport

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Messi es un caso atípico. Un jugador excepcional. Un fenómeno único. Una persona que se hace querer. Ya veo que comienzo mal. Esto más que la glosa del mejor futbolista que jamás he visto parece una carta de amor. De respeto, admiración y cariño. Lo que el argentino le ha dado al club de su vida no se puede cuantificar y mucho menos pagar. Todos los aficionados al fútbol estamos en deuda con el argentino y los culés, más por lo que nos ha hecho disfrutar, le debemos agradecimiento eterno. El Barça era un gran club, pero con Messi se ha convertido en un icono del mundo del fútbol, en la bandera del mejor espectáculo.

Todo esto me sale del corazón después de ver la lección magistral de Messi en Wembley. Se echó al equipo a la espalda, borró al Tottenham y brindó un partidazo de esos que dejan huella. Messi ha entrado en una nueva dimensión. Con la madurez de los 30 años bien cumplidos, con la tranquilidad de quien aún no piensa en la retirada, ha asumido la responsabilidad de ser capitán ampliando su liderato. Habla dentro y fuera del campo. Es querido por sus compañeros, admirado por los rivales y respetado por todos. Después de un triple tropiezo, tuvo el valor de hacer autocrítica y dar un toque de atención a los compañeros. Tras la gran victoria en la Champions, dejó claro cuál es su prioridad esta temporada.

La temporada pasada aprendió que ganar la Liga y la Copa no es suficiente para conseguir el Balón de Oro. Por eso ahora se ha fijado la Champions entre ceja y ceja. Lucir la senyera le brinda la oportunidad de dar un paso al frente. Ya se ha olvidado del Mundial y de los partidos de selección. El duelo particular con Cristiano a nivel nacional lo ha ganado por incomparecencia del rival. Lo va a dar todo por el Barça consciente de que este equipo no puede tirar la Liga ya que sería un gran error poner todos los huevos en la competición internacional. Los jugadores no son máquinas que se programan. Lo que hizo el Madrid la última campaña fue un milagro por no decir una chiripa.

Messi ha vivido una metamorfosis espectacular. Da la cara cuando toca y mantiene la unidad del vestuario. Ser padre le ha dado un plus afectivo que se agradece. Ha mejorado su discurso, su empatía y su seguridad. Sabe lo que quiere y manda más de lo que parece. Dice lo que piensa a Valverde, consciente de que la comunicación es el camino para evitar problemas. Su fidelidad al Barça no tiene parangón en el mundo. Jugadores de un solo club tras una exitosa carrera se cuentan con los dedos de una mano y sobran. La salida de Cristiano del Madrid no ha hecho otra cosa que aumentar esta leyenda. Por cierto, lo que está pasado ahora en el club blanco con el vacío dejado por el crack portugués debería servir para que en Can Barça tomaran nota de lo que puede suceder cuando se retire Messi. Es una lección anticipada que conviene analizar con rigor para intentar que no se repita en el Camp Nou. La messidependencia no es un problema sino una ventaja. No nos quejaremos más de su papel de protagonista. Tener un jugador capaz de resolver por sí solo los partidos es un privilegio, un orgullo, una garantía. Máxime cuando se trata de una persona normal, que lleva una vida discreta y que siempre ha estado alejado de los escándalos y las polémicas. En esta carta de amor me declaro fan de Messi, enamorado de su fútbol y de su forma de entender la vida.